jueves, 3 de octubre de 2019

Entre el sumak kawsay y la “vida en armonía con la naturaleza” - Victoria Haidar y Valeria Berros



Disputas en la circulación y traducción de perspectivas respecto de la regulación de la cuestión ecológica en el espacio global

Introducción

Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno, y los representantes de alto nivel, habiéndonos reunido en Río de Janeiro […] renovamos el compromiso en pro del desarrollo sostenible y de la promoción de un futuro económico, social y ambientalmente sostenible para nuestro planeta y para las generaciones presentes y futuras (Río + 20, 2012).

Nosotras y nosotros, el pueblo soberano del Ecuador. Reconociendo nuestras raíces milenarias, forjadas por mujeres y hombres de distintos pueblos, celebrando a la naturaleza, la Pacha Mama […] Decidimos construir […] Una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay (Constitución de Ecuador).

En tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron lagos. […]. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros diferentes, y comprendimos desde entonces la pluralidad vigente de todas las cosas y nuestra diversidad como seres y culturas (Constitución de Bolivia).

Como forma de obertura de los compromisos que, en la actualidad, nuestras sociedades están dispuestas a asumir respecto de la naturaleza, estos tres fragmentos dicen bastante acerca de las distancias que separan al modelo del “desarrollo sostenible” -que se impuso en el ámbito de la regulación global del ambiente a partir del Informe Brundtland (1987)-, de las resistencias que, articuladas en nombre del “buen vivir”, vienen ejerciéndose desde el Tercer Mundo3 contra aquella visión hegemónica.

Formulado con un estilo tecnocrático, presuponiendo una unidad de origen y de destino, el “renovado” compromiso con el desarrollo sostenible, es el resultado de unas discusiones en las que muy pocos tomaron la palabra: Jefes de Estado y representantes de alto nivel.

Promoviendo el desarrollo en todos sus niveles, Río + 20 habla el lenguaje neoliberal de la economía verde, sin renunciar con ello a los motivos humanitarios que irradian dos de las problemáticas que anuda: la cuestión “ecológica” y la cuestión de la “pobreza”.

Entendido, en cambio, como una alternativa al desarrollo, el enfoque del buen vivir emerge de múltiples prácticas locales procedentes de una extensa red de movimientos sociales e instituciones (pueblos indígenas, movimientos ambientalistas, feminismos, etc.), implicados en el diseño y la puesta en acto de una forma de vida4 (individual y colectiva), que, a diferencia de la mirada antropocéntrica que subyace al modelo desarrollo sustentable, involucra una perspectiva pachamámica, holista, de la relación hombre-naturaleza. Esta perspectiva no se encuentra exenta de disputas en relación a su significancia, origen y contenido5. En el presente trabajo acentuamos el aspecto que atiende a la interrelación, interdependencia y armonía y que inspira o permea regulaciones, instituciones y propuestas que se desmarcan del neoliberalismo.

En los debates acerca del buen vivir se subvierte la orientación neoliberal que traduce aquel modelo y se afirma la posibilidad de un modo de vida que integra, con un sentido emancipatorio, las aristas ecológico-natural, económico-social, cultural, espiritual, jurídicopolítica, estética, etc. Considerando que el sumak kawsay está “irrigado por la disputa ecológica y es a partir de ésta que se derivan en cascada las otras dimensiones del significado” (Belloti, 2013:43), en este trabajo nos ocupamos de la forma cómo, al interior de ese paradigma, se piensa la relación naturaleza-sociedad.

El enfoque del buen vivir recupera y reinventa el punto de vista de la Pachamama o Madre Tierra. De acuerdo a esta idea la especie humana es parte integrante del “todo” que constituye la Madre Tierra y la vida humana se desarrolla en armonía con la naturaleza. Si bien la mirada pachamámica procede de los pueblos indígenas andinos de América Latina y vertebra, en la actualidad, el derecho y las políticas públicas de los Estados de Ecuador y Bolivia6, mediante el análisis de un corpus de documental integrado por regulaciones provenientes del espacio nacional (Constituciones y leyes de Ecuador, Bolivia) y de la escala global (convenciones, declaraciones, resoluciones e informes producidos desde ONU y otros ámbitos transnacionales) en este artículo nos proponemos demostrar.

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