Disputas en la circulación y
traducción de perspectivas respecto de la regulación de la cuestión ecológica
en el espacio global
Introducción
Nosotros,
los Jefes de Estado y de Gobierno, y los representantes de alto nivel,
habiéndonos reunido en Río de Janeiro […] renovamos el compromiso en pro del
desarrollo sostenible y de la promoción de un futuro económico, social y
ambientalmente sostenible para nuestro planeta y para las generaciones
presentes y futuras (Río + 20, 2012).
Nosotras
y nosotros, el pueblo soberano del Ecuador. Reconociendo nuestras raíces milenarias,
forjadas por mujeres y hombres de distintos pueblos, celebrando a la naturaleza,
la Pacha Mama […] Decidimos construir […] Una nueva forma de convivencia
ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen
vivir, el sumak kawsay (Constitución de Ecuador).
En
tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron
lagos. […]. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros diferentes, y comprendimos
desde entonces la pluralidad vigente de todas las cosas y nuestra diversidad
como seres y culturas (Constitución de Bolivia).
Como
forma de obertura de los compromisos que, en la actualidad, nuestras sociedades
están dispuestas a asumir respecto de la naturaleza, estos tres fragmentos
dicen bastante acerca de las distancias que separan al modelo del “desarrollo
sostenible” -que se impuso en el ámbito de la regulación global del ambiente a
partir del Informe Brundtland (1987)-, de las resistencias que, articuladas en
nombre del “buen vivir”, vienen ejerciéndose desde el Tercer Mundo3 contra
aquella visión hegemónica.
Formulado
con un estilo tecnocrático, presuponiendo una unidad de origen y de destino, el
“renovado” compromiso con el desarrollo sostenible, es el resultado de unas
discusiones en las que muy pocos tomaron la palabra: Jefes de Estado y
representantes de alto nivel.
Promoviendo
el desarrollo en todos sus niveles, Río + 20 habla el lenguaje neoliberal de la
economía verde, sin renunciar con ello a los motivos humanitarios que irradian
dos de las problemáticas que anuda: la cuestión “ecológica” y la cuestión de la
“pobreza”.
Entendido,
en cambio, como una alternativa al desarrollo, el enfoque del buen vivir emerge
de múltiples prácticas locales procedentes de una extensa red de movimientos
sociales e instituciones (pueblos indígenas, movimientos ambientalistas,
feminismos, etc.), implicados en el diseño y la puesta en acto de una forma de
vida4 (individual y colectiva), que, a diferencia de la mirada antropocéntrica
que subyace al modelo desarrollo sustentable, involucra una perspectiva
pachamámica, holista, de la relación hombre-naturaleza. Esta perspectiva no se encuentra
exenta de disputas en relación a su significancia, origen y contenido5. En el
presente trabajo acentuamos el aspecto que atiende a la interrelación,
interdependencia y armonía y que inspira o permea regulaciones, instituciones y
propuestas que se desmarcan del neoliberalismo.
En los
debates acerca del buen vivir se subvierte la orientación neoliberal que
traduce aquel modelo y se afirma la posibilidad de un modo de vida que integra,
con un sentido emancipatorio, las aristas ecológico-natural, económico-social,
cultural, espiritual, jurídicopolítica, estética, etc. Considerando que el
sumak kawsay está “irrigado por la disputa ecológica y es a partir de ésta que
se derivan en cascada las otras dimensiones del significado” (Belloti, 2013:43),
en este trabajo nos ocupamos de la forma cómo, al interior de ese paradigma, se
piensa la relación naturaleza-sociedad.
El
enfoque del buen vivir recupera y reinventa el punto de vista de la Pachamama o
Madre Tierra. De acuerdo a esta idea la especie humana es parte integrante del
“todo” que constituye la Madre Tierra y la vida humana se desarrolla en armonía
con la naturaleza. Si bien la mirada pachamámica procede de los pueblos
indígenas andinos de América Latina y vertebra, en la actualidad, el derecho y
las políticas públicas de los Estados de Ecuador y Bolivia6, mediante el análisis
de un corpus de documental integrado por regulaciones provenientes del espacio nacional
(Constituciones y leyes de Ecuador, Bolivia) y de la escala global
(convenciones, declaraciones, resoluciones e informes producidos desde ONU y
otros ámbitos transnacionales) en este artículo nos proponemos demostrar.
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