Unas jornadas de arqueología reivindican la investigación del patrimonio con perspectiva de género para crear referentes femeninos del pasado
“La
misma tecnología hay en preparar un cocido que en hacer una punta de flecha”. Y el auditorio rompe en aplausos. El entrecomillado reivindicativo
es de Margarita Sánchez Romero, profesora de Prehistoria en la Universidad de
Granada, que reclama a la arqueología la construcción de un nuevo relato de la
historia, pero esta vez teniendo en cuenta a la mujer y su importancia en las
culturas prehistóricas. La demanda se puede aplicar a toda la evolución de la
humanidad. “Han dejado atrás a las mujeres. Hemos sido excluidas de los discursos históricos y cuando entramos es como una figura estereotipada.
Como una Venus”, sostiene.
Así
es como la sociedad patriarcal a pleno rendimiento y sin interrupciones ha
cancelado la genealogía de las mujeres, quienes se han quedado sin modelos que
seguir. Las mujeres son un agujero negro en las narrativas de la reconstrucción
histórica. Y les ha sido imposible reivindicarse. Eran invisibles, han sido
invisibilizadas. Un ejemplo: en las salas de los íberos, en el Museo
Arqueológico Nacional, en las vitrinas,
de cada cuatro representaciones solo una es de una mujer. “Cuando una niña o
una mujer acude a un museo le mandamos un mensaje terrible: ellos son los
protagonistas de la historia y nosotras no hemos participado”, zanja Margarita
Sánchez Romero.
En los museos, ellos son los protagonistas de la historia y
nosotras no hemos participado
MARGARITA
SÁNCHEZ ROMERO
Sus
reivindicaciones y argumentos se suceden con solvencia, en el marco de las
conferencias Tejiendo pasado, dos
extraordinarias jornadas (y 17 ponencias) amparadas por la Consejería de
Cultura de la Comunidad de Madrid. Ante el centenar de personas que ha acudido
a escuchar sus explicaciones, asegura que es urgente y necesario transformar la
disciplina arqueológica, de arriba abajo. Esto supone hablar de algo más que de
poder, jerarquía y armas. Empezar a mirar a lo que no se ha mirado.
Ceguera
de género
La
profesora María Antonia García Luque, que imparte clases a jóvenes en un
instituto y en la Universidad de Jaén, explica que en ambos casos se encuentra
con una “ceguera de género”, que impide a sus alumnos ver lo que falta. Les
muestra una lámina [la imagen que ilustra este artículo] que recrea una
sociedad antigua y les pregunta qué ven. Cuando terminan de describirlo todo,
les interroga por lo que no ven. “No saben qué decir. Están ciegos. No se dan
cuenta de que la única mujer aparece en una esquina”, dice.
LA MIRADA DE LA MUJER
Las
especialistas reunidas en las conferencias coinciden en que el problema es que
la arqueología no ha hecho las preguntas pertinentes a las fuentes. Solo han
tenido en cuenta la mirada masculina para la interpretación, la difusión, la
divulgación y la enseñanza del patrimonio. Así que reivindican la incorporación
del género en la difusión del patrimonio, para construir una identidad cultural
acorde a esta sociedad.
Por
eso reclama un relato que tenga en cuenta el papel de las mujeres. Porque son
necesarias para incorporar la cotidianidad en la narración del pasado. “La
cotidianidad es el tiempo más importante de la sociedad, no la guerra. Podemos
vivir sin una guerra, pero no podemos vivir sin comer, sin cuidarnos, sin tener
hijos, sin la educación…”. De ahí lo del cocido y la flecha. La profesora
Sánchez Romero cuestiona que solo sea relevante de las sociedades el cambio,
“también lo son las tareas de la cotidianidad”.
La
coordinadora de las conferencias es la arqueóloga Alicia Torija, quien asegura
que la arqueología no ha creado conocimiento sobre las formas de vida de las
gentes, sino que ha puesto de manifiesto la ideología de los investigadores,
mayoritariamente hombres de clase alta, “generando unos resultados en gran
parte racistas, etnocéntricos y machistas”. Torija se pregunta qué cosas
estamos dejando para el futuro, qué pensarán sobre las mujeres de hoy los
arqueólogos del futuro cuando se excaven sus restos. Y acude a la especialista
británica Mary Beard, catedrática en la Universidad de Cambridge y divulgadora
de historia, quien ha escrito que el 99% de las veces que lee algo sobre alguna
mujer poderosa de la Antigüedad son críticas. “Las desigualdades solo cambiarán
cuando deje de pasar esto: que cuando los historiadores dicen de una mujer que
era ambiciosa, es un insulto. Pero si lo dicen de un hombre, es un cumplido”,
cuenta Beard.
Un
poco de ciencia
“Esto
es lo que hacemos en la arqueología feminista: poner en primer plano las
actividades de las mujeres, que no se tienen en cuenta a la hora de analizar
las sociedades del pasado. Pero no hay ninguna sociedad que sobreviva sin las
actividades que desempeña la mujer: las actividades cotidianas son
estructurales, pero eso no significa que solo se dedicaran a ellas. Si las
mujeres son quienes han hecho esos trabajos cotidianos hay que reconocérselo”,
cuenta Margarita Sánchez Romero.
Podemos vivir sin una guerra, pero no podemos vivir sin comer
MARÍA
ANTONIA GARCÍA LUQUE
Piden
a los arqueólogos un poco de ciencia. La ciencia no haría desaparecer a la
mujer, “descubriría el lugar en el que hemos estado”. “Las mujeres tuvieron un
papel decisivo, por ejemplo, en la cultura íbera", sostiene la profesora
de Granada. Pero entre los estereotipos y la invisibilización tienen un
contexto complicado para sacarlas del olvido de la historia. Ni siquiera
aparecen en los libros de texto.
En
estos, en los libros con los que se forman a las nuevas generaciones de
españoles, predomina la historia política, los acontecimientos bélicos, las
armas, la guerra, los espacios públicos donde las mujeres no aparecen. Porque
no las han buscado, porque no las han querido encontrar. María Antonia García
Luque habla de “masculinidades hegemónicas” en estos textos, en los que se
destacan los personajes y no las personas. No hay ni rastro de colectivos, ni
de los asuntos diarios de las sociedades. “¿Cómo puede ser que insistan tanto
en la educación para la paz y la ciudadanía y los currículos hablen tanto de
las armas y la guerra? Este tipo de currículos marginan la presencia femenina”,
sostiene.
10 JUN 2019 - 12:36 CEST EL PAIS
No hay comentarios:
Publicar un comentario