El hallazgo de un
cráneo de 13 millones de años en Kenia enciende el debate sobre nuestro origen
Tenía el tamaño de
un limón. El joven local John Ekusi, que se ganaba las habas como cazador de
fósiles, acababa de extraer de la tierra algo parecido a un cráneo diminuto, en
un yacimiento desértico y olvidado al oeste del lago Turkana, en Napudet (Kenia). Era un día de
septiembre de 2014. Hoy, un equipo de científicos anuncia que ese cráneo, de 13
millones de años, “revela el posible aspecto del ancestro común de los humanos
y de todos los simios vivos”, según un comunicado del Instituto Max Planck de
Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania).
“Es la primera
prueba de cómo nosotros, como seres humanos, y nuestra familiadirecta, es decir los grandes simios y los
gibones, empezamos a evolucionar como un grupo distinto, separado de los
monos”, sostiene el paleontólogo neerlandés Fred Spoor, líder de la investigación junto al keniano Isaiah Nengo. Su equipo ha
bautizado la nueva especie Nyanzapithecus alesi,
empleando la palabra ales, que en el
dialecto local significa ancestro.
"Es la primera
prueba de cómo los seres humanos y los simios empezamos a evolucionar como un
grupo separado de los monos”, sostiene el paleontólogo Fred Spoor
Del individuo de
Napudet —denominado cariñosamente Alesi, a secas, por
los investigadores— solo se ha encontrado su cráneo fosilizado, el más completo
de un simio extinto descubierto hasta la fecha. Los científicos explican que
era una cría, de unos 16 meses, que quizá murió sepultada por una erupción
volcánica. El hallazgo, publicado hoy en la revista Nature, es muy relevante,
porque cubre un gran vacío de fósiles de una época, el Mioceno, en la que
surgieron como setas múltiples especies de simios y nuestros ancestros. Pero
varios expertos independientes piden cautela.
“Es un hallazgo
fantástico, pero los autores van demasiado lejos en su interpretación”,
opina Salvador Moyà Solà, director del Instituto Catalán de
Paleontología. A su juicio, un cráneo de un individuo infantil, sin otros
huesos, es insuficiente para proclamar su lugar exacto en la evolución. “La
batalla ahora es intentar averiguar cuál de los taxones fósiles conocidos es el
más cercano al antepasado común de los humanos y los grandes simios”, señala.
El investigador Isaiah Nengo (derecha),
en el yacimiento. ISAIAH NENGO
Moyà Solà tiene su
propia candidata en esta pelea. En 2015, su equipo presentó en la revista Science los restos de Laia, una hembra adulta de un hominoideo
extinto que vivió hace unos 12 millones de años. Los hominoideos son un grupo
de primates sin cola que incluye al ser humano y a los simios antropomorfos,
tanto a los pequeños (los gibones) como a los grandes (orangutanes, gorilas,
bonobos y chimpancés). Su antepasado común debió de existir hace entre 15 y 20
millones de años, según los análisis de ADN.
Laia, cuyos huesos
fósiles aparecieron en un vertedero de Els Hostalets de Pierola (Barcelona),
“se acercaba más sin lugar a dudas” a la morfología del ancestro común, según
Moyà Solà. Para el paleontólogo, la especie de Laia, Pliobates cataloniae, sugiere que el último ancestro
común de los hominoideos actuales pudo ser más similar a los gibones que a los
grandes antropomorfos, como gorilas y chimpancés.
“Es muy atrevido
decir que el Nyanzapithecus alesi está
cerca del ancestro común”, coincide la paleoantropóloga boliviana Marcia Ponce de León, experta en la evolución de los
hominoideos. Los descubridores del nuevo fósil afirman que su hallazgo, en
cualquier caso, apuntala la teoría de que el ancestro de simios y humanos se
originó en África, no en Eurasia, como defienden otros especialistas. Para
Ponce de León, investigadora de la Universidad de Zúrich (Suiza), no está tan
claro.
Cráneo de 'Alesi'. FRED SPOOR
“En el mismo
periodo de tiempo, hace entre 20 y 10 millones de años, hay fósiles en Asia. No
se puede decir que el origen es africano y que Nyanzapithecus
alesi es similar al ancestro común, porque es un fósil más
entre tantos”, advierte la científica. Ponce de León recuerda la tremenda
penuria de datos —los simios eran poco abundantes y sus huesos fosilizaban mal
en selvas húmedas— y la inmensa dificultad para interpretarlos. “Es imposible
postular cuál fue el ancestro común”, zanja.
El equipo de Spoor
ha exprimido científicamente el cráneo de Alesi. Los
investigadores llevaron los restos fósiles al Laboratorio Europeo de Radiación
Sincrotrón, en Grenoble (Francia). Allí, los científicos iluminaron lo que queda
de Alesi con rayos X 100.000 millones de veces más
brillantes que los utilizados en los hospitales. Las imágenes obtenidas
revelaron la estructura de la cavidad cerebral, del oído interno e incluso de
los incipientes dientes adultos, todavía sin salir en la boca de la cría.
Los resultados
muestran que el cráneo y los dientes de Nyanzapithecus alesi son
similares a los de algunas especies de gibones. Sin embargo, los autores
destacan el pequeño tamaño de sus conductos semicirculares, unos tubitos ubicados
en el oído interno que contienen fluido y ayudan a mantener el equilibrio. Para
Spoor, este rasgo significa que Alesi no se movía con acrobacias por los
árboles, como los actuales gibones, sino que su locomoción era más lenta y
menos ágil.
El prehistoriador Manuel Domínguez Rodrigo, codirector del Instituto de la
Evolución en África, celebra el descubrimiento, pero es prudente. “Es muy
importante para saber cómo era la cara de un simio de hace 13 millones de años,
pero es un hallazgo colateral. Es posible que se pareciera al ancestro común. Y
es igualmente posible que no”.
9 AGO 2017 - 19:33 CEST EL PAIS
Cráneo fósil descubierto cerca del lago Turkana, en Kenia. Isaiah Nengo EPV
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