Capítulo
10
PENSANDO
SOCIOLÓGICAMENTE
Capítulo a
capítulo hemos viajado juntos a través de un mundo de experiencia cotidiana en
los aspectos cambiantes que nos rodean y modelan nuestras vidas. Con la
sociología como nuestra guía de viaje, nos hemos dedicado a interpretar lo que
vemos y hacemos. Como en cualquier gira guiada, esperábamos que nuestro guía no
se perdiese nada de importancia y que llamase nuestra atención sobre cosas que,
librados a nosotros mismos, podríamos pasar por alto. Podíamos esperar también
que nuestro guía nos explicase cosas que conocíamos sólo superficialmente e
incluso nos proporcionara una perspectiva que hasta entonces no habíamos
considerado. Sensatamente podemos esperar que al final de nuestra gira y como
resultado de ella sepamos más y que hayamos mejorado nuestra comprensión.
EL OJO SOCIOLÓGICO
La
comprensión está en el núcleo de la vida social. Siguiendo al filósofo Charles
Taylor, podemos hablar de comprensión en dos sentidos. En primer lugar, hay una
comprensión de las cosas dada por su lugar en un orden significativo. Lo que
puede parecer inexplicable e incluso amenazador puede entenderse en términos de
sus relaciones con aquellos aspectos de nuestras vidas que nos son más
familiares. Como también hemos visto a lo largo de nuestro viaje, hay acontecimientos
y prácticas que a menudo se consideran ajenos y amenazadores. Por esta razón,
buscar explicarlos puede volverse un desafío a los modos de ver prevalecientes.
Estos modos de ver se relacionan con un segundo sentido del término comprensión
que inspira nuestro conocimiento del entorno y nos permite seguir adelante y
operar en él. Este es el conocimiento tácito al que recurrimos en nuestras
acciones y sin el cual no podríamos llevar a cabo ni orientar nuestras vidas.
Entre estos dos sentidos de la comprensión hay una
tensión. Ambos despliegan una complejidad que muestra la riqueza de la
condición humana. El primero, no obstante, puede aparecer como una crítica al
segundo por su posibilidad de cuestionar lo que se da por sentado en nuestra
vida cotidiana. Es una forma de comprensión vía un relacionismo que sitúa a las
personas en términos de cómo sus vidas están ligadas con las de otros. En el
proceso muestra no sólo cómo nuestras vidas son logros, sino también cómo se
relacionan con acontecimientos y procesos que normalmente no son parte de
nuestras comprensiones diarias.
Nuestro
enfoque en este libro estuvo modelado por estas dos dimensiones de la
comprensión. Después de todo, el modo en que nos llevamos con otros y cómo eso
se relaciona con nosotros como personas, al igual que el rol que las
condiciones sociales y las relaciones en general desempeñan en nuestra vida,
nos permite manejar mejor los asuntos con los que nos enfrentamos a diario. No
estamos sugiriendo que nuestros intentos de solucionarlos tendrán automáticamente
un resultado más exitoso sino que podremos saber cómo encuadrar los problemas
de manera de alcanzar soluciones más duraderas. Pensar sociológicamente, por lo
tanto, es central en esa tarea, pero su éxito depende de factores que radican
fuera de la influencia de cualquier disciplina. Encuadrar problemas que
requieren una acción y encontrar soluciones apropiadas es una tarea incesante
que requiere una voluntad de escuchar y actuar, al igual que la capacidad de
producir el cambio. El rol de la sociología como modo disciplinado de pensar es
modelar este proceso. En ese sentido, ofrece algo que es fundamental para la
vida social en general, es decir, una interpretación de experiencias a través
de los procesos de comprensión y explicación. En esta tarea se ha desempeñado
muy bien.
Podemos
caracterizar la sociología como un análisis la vida social. A la vez que
proporciona una serie de notas explicativas de nuestras experiencias, también
provoca consecuencias en la forma en que conducimos nuestra vida. De esta
manera actúa como un medio para refinar el conocimiento que poseemos y
empleamos en nuestra vida diaria poniendo el foco no sólo en nuestros logros,
sino también en las restricciones y posibilidades que enfrentamos al conectar
nuestras acciones con las posiciones y condiciones en que nos encontramos. La
sociología es un ojo disciplinado que a la vez examina «cómo» seguimos adelante
con nuestras vidas cotidianas y ubica esos detalles en un «mapa» que se
extiende más allá de nuestras experiencias inmediatas. Entonces podemos ver
cómo los territorios que habitamos encajan en y se relacionan con un mundo que
podemos no tener oportunidad de explorar nosotros mismos pero que, de todas
formas, puede modelar y estructurar nuestras vidas.
Las
diferencias que pudimos experimentar antes y después de leer estudios
sociológicos no son simplemente las mismas que las que hay entre error y
verdad. En tanto la sociología puede corregir nuestras impresiones y desafiar
nuestras opiniones, nuestras acciones pueden describirse y explicarse en
diferentes planos de la experiencia Después de todo, esto es exactamente lo que
sucede en la vida social cuando nos encontramos en diferentes contextos: por
ejemplo, cuando estamos trabajando, en casa, de compras o con amigos en una
reunión. Decir, por lo tanto, que hay una sola explicación que baste para todas
las ocasiones y todos los lugares no sólo resulta inexacto, sino que además
excluye diferencias en el presente y posibilidades para el futuro. La gente sí
actúa en contra de lo que se espera de ella, y eso es parte del ejercicio de la
libertad. La sociología puede explicar las razones para ello, pero por su forma
de trabajo, resulta un incentivo para seguir explorando en la búsqueda de la
comprensión. No hay un final para esto, como no hay un lugar de descanso final
donde la verdad absoluta resida. Por el contrario, nuestro conocimiento, como
sucede en todas las esferas de la tarea científica, mejora en lo que hace a su
adecuación para explicar aquellas cosas que no se habían descubierto antes o se
comprendían poco.
Volviendo a
nuestros dos sentidos de comprensión, la sociología no sólo ilumina los medios
a través de los cuales conducimos nuestras vidas, sino que también tiene el
efecto de cuestionar esa adecuación produciendo estudios y trabajos que
aguijonean y desafían la imaginación. Este puede ser un proceso agotador en
cuanto examina hechos familiares desde puntos de vista inesperados e
inexplorados. Pueden aparecer entonces sentimientos de confusión debido a las
creencias que sustentamos sobre las formas de conocimiento y lo que podemos
esperar de ellas. A menudo esperamos que justifiquen nuestras ideas actuales, o
nos proporcionen nuevo conocimiento que no perturbe nuestra comprensión, sino
que la amplíe de modo significativo. Por supuesto, el conocimiento sociológico
puede cumplir con ambas expectativas. Pero también (como se ha dicho) puede
cuestionar esa comprensión negándose a cerrar lo que está abierto o es
ambivalente en nuestras vidas. Por ello suscita posibilidades de pensar de modo
diferente al incluir aquellos aspectos de nuestra vida que normalmente se
hallan entre paréntesis. Para nosotros, esto la vuelve una disciplina muy
práctica, pero tal vez no en el modo en que suelen usar la palabra los que
buscan convertir sus visiones de la sociedad en realidades confortables que,
como hemos visto, incluyen como virtud la de ser exclusivas.
EXPECTATIVAS SOCIALES Y PENSAMIENTO
SOCIOLÓGICO
Las tensiones
entre las formas de comprensión mencionadas y las expectativas que suelen
hacerse del conocimiento científico se ponen de manifiesto en lo que se espera
del pensamiento sociológico. En primer lugar, que es una «ciencia». Aunque se
ha demostrado que la práctica actual de la ciencia no alcanza estos criterios,
frecuentemente se propone que la ciencia es una colección de prácticas que
reclaman, o deberían reclamar, una superioridad clara y por lo tanto no
problemática sobre las formas de conocimiento y puede por lo tanto producir
información confiable y válida en nombre de la verdad. Usando esto como una
base de juicio, los sociólogos pueden alinearse entonces con otros expertos que
pueden decirnos cuáles son nuestros problemas y qué debemos hacer con ellos.
Esta
expectativa nace de una fe en el «cientificismo» que es, como Jürgen Habermas
dijo, «la convicción de que no podemos entender más la ciencia como una forma
de posible conocimiento, sino que debemos identificar conocimiento con
ciencia». La sociología se ve entonces como una forma de manual de «hágalo
usted mismo», con sus libros de texto que contienen información infalible
acerca de cómo triunfar en la vida, donde el éxito se mide en términos de cómo
obtener lo que queremos y cómo saltar por encima de o superar cualquier cosa
que se ponga en nuestro camino. Todo modelado por la creencia de que la
libertad deriva de la capacidad de controlar una situación y, de ese modo,
subordinarla a nuestros propósitos. La promesa del conocimiento pasa a ser
entonces su capacidad de decirnos, más allá de cualquier duda, lo qué sucederá,
y que esto, a su vez, nos permitirá actuar libre y racionalmente en la
persecución de fines particulares. Armados con este conocimiento, los únicos
movimientos que se harán serán los que nos garantizan alcanzar los resultados
deseados.
Mandar, para
una persona, debe significar, de un modo u otro, tentar, forzar o conseguir de
alguna forma que otras personas, que son siempre parte de las condiciones
sociales, se comporten como para ayudarlas a obtener lo que quieren. Como
regla, el control sobre la situación no puede significar sino control sobre
otras personas. Tales expectativas se traducen en la creencia de que el arte de
la vida involucra cómo se hace para ganar amigos y, a la vez, controlar a las
personas. A pesar de que estos objetivos están en franca tensión, la sociología
puede encontrar entonces que sus servicios terminan enrolados en los esfuerzos
para crear orden y evitar el caos de las situaciones sociales. Como hemos
señalado en capítulos previos, esta es una marca distintiva de los tiempos
modernos. Explorando las esperanzas, los deseos, las aspiraciones y las
motivaciones que modelan la acción humana, se espera que los sociólogos puedan
proporcionar información acerca del modo en que las cosas deben arreglarse para
deducir la clase de comportamiento que la gente debe mostrar. Esto supone la
eliminación de cualquier conducta que el modelo de orden concebido pueda volver
inapropiada. Por ejemplo, los administradores de los call centers y las fábricas pueden buscar la ayuda de los
sociólogos para obtener mayor productividad de sus empleados; los mandos del
ejército pueden pedirles que hagan sondeos y estudios que les permitan
establecer más disciplina en las filas o que les revelen información
concerniente a los objetivos del enemigo; las fuerzas policiales pueden
encargar propuestas para dispersar multitudes y desplegar métodos de vigilancia
efectivos; los supermercados pueden enviar a sus agentes de seguridad a cursos
pensados para detectar y reducir el hurto en los negocios; las compañías pueden
buscar expertise para seducir a
potenciales clientes para que compren sus productos, y los responsables de
relaciones públicas pueden querer saber cuáles son los mejores métodos para
hacer más populares y más elegibles a los políticos haciéndolos aparecer «en
contacto» con la gente.
Todas estas
exigencias apuntan a lo mismo: los sociólogos deberían dar consejos acerca de
cómo combatir los asuntos que ya fueron definidos como problemas por grupos
particulares ignorando, o considerando «irrelevantes», explicaciones y
soluciones alternativas. Una salida puede consistir en reducir la libertad de
algunas personas de modo que sus elecciones resulten restringidas y su conducta
controlada de acuerdo con los deseos de los que encargaron el estudio. Hace
falta conocimiento para ver cómo transformar a la gente en cuestión de sujetos
de su propia acción a objetos de intervención o manipulación. Comprender en
términos de las relaciones que existen entre una persona y su entorno queda subordinado
entonces a los deseos e imágenes de los que buscan control en primer lugar.
Cualquier desviación posterior de esas expectativas puede llegar a requerir
formas de control todavía mayores, en lugar de un cuestionamiento de la empresa
en general. Por cierto que este último planteo puede considerarse una actitud
indulgente que se vería como un lujo frente a «necesidades» planteadas.
Estas
expectativas se agregan a la exigencia de que el pensamiento sociológico
produzca recetas para el control de la interacción humana. Lo que se manifiesta
aquí es el deseo de poseer control sobre los objetos de estudio. Esto, como ya
lo vimos en relación con las interacciones entre cultura y naturaleza, tiene
una larga historia a través de la cual la última tuvo que convertirse en objeto
de intervención de manera que quedara subordinada al deseo y propósito de los
que buscaban utilizar los recursos para la mejor satisfacción de sus propias
necesidades. Emergió entonces un lenguaje, purificado de intención y enredado de
tecnicismos que parecían alejados de la emoción, en el que los objetos de
intervención recibían acciones, pero no las generaban ni cuestionaban. Estaban
desprovistos de toda relación con un equilibrio general y, de esa manera,
compartimentados, eran dóciles a la manipulación para cumplir con fines
particulares. Así descrito, el mundo natural se concebía como «gratis para
todos»: un territorio virgen que esperaba ser cultivado y transformado según un
plan diseñado para convertirse en algo más adecuado para la habitación humana.
En ningún momento se plantearon cuestiones de equilibrio, al menos hasta que se
reconoció que se estaba cerca del agotamiento, y los resultados de la
intervención llevaron a la extinción de especies completas y hábitats vitales.
Entre tanto, esperaba su aparición toda una historia sobre las fuentes de
energía alternativas y las prácticas disponibles, que quedaban subordinadas a
la persecución de fines particulares.
El mundo
social puede explorarse con este propósito en la cabeza. Se lo puede estudiar
de manera que algunos seres humanos puedan darle la forma que desean y puede
así surgir un conocimiento que no sólo explique sino que además justifique este
proceso. Durante el proceso la realidad puede ver se como algo resistente a la
actividad con un propósito. De esa manera se puede desplegar y cultivar más
conocimiento para descubrir cómo puede quebrarse esa resistencia. Entre tanto,
levantar cualquier duda con respecto a tal proceso puede verse como un
cuestionamiento de una conquista que significó la emancipación de la humanidad
de las restricciones y el manifiesto acrecentamiento, por así decirlo, de la
libertad colectiva. Por supuesto, este puede ser el resultado en algunas áreas
de actividad, pero la supuesta neutralidad de este modelo de producción de
conocimiento está desprovista de los mismos factores que hacen que una vida
humana tenga un propósito y una significación, es decir, las dimensiones éticas
y morales de nuestra existencia.
Sociología: tres estrategias para salir de
las sombras
Cualquier
disciplina que busque legitimidad en un contexto como el expuesto debe tratar
de adelantarse a este modelo de producción de conocimiento. Cualquier clase de
conocimiento que aspire a obtener reconocimiento público a través de un lugar
en el mundo académico y una participación en los recursos públicos debe probar
que puede ofrecer un modelo con igual utilidad. Encontramos pues que, aunque el
rol de arquitectos o constructores del orden social, no se cruzó por la cabeza
de los primeros sociólogos (sí en la de algunos), y aunque lo único que querían
era comprender más plenamente la condición humana, cuando trataban de construir
la disciplina de la sociología apenas pudieron evitar la concepción dominante
de lo que se consideraba «buen conocimiento». Por lo tanto, en algún momento
precisaron una construcción y una demostración de que la vida humana y la
actividad humana podían estudiarse bajo las mismas condiciones. No sorprende
pues que consideraran de su incumbencia probar que la sociología podía elevarse
a un estatus tal que se la reconociese como una actividad legítima en los
términos ya expresados.
En las
instituciones donde tenía lugar la lucha por el reconocimiento disciplinar,
encontramos que el discurso sociológico tomaba una forma particular, con el
esfuerzo por acomodar la sociología al discurso del cientificismo como tarea de
honor en las preocupaciones de sus participantes. Entre estas podemos discernir
estrategias que eran una interpretación y una respuesta a estas nuevas
demandas. No estamos sugiriendo que estas agoten la diversidad de perspectivas
sociológicas que se ofrecen corrientemente. Estamos diciendo, no obstante, que
los elementos de las tres que estudiamos a continuación han convergido para
modelar y formar la dinámica de la sociología tal como está constituida
actualmente y las expectativas sobre su conocimiento que tiene la gente.
Nuestra
primera estrategia se refiere a una replicación de la empresa científica tal
como la plantean estas expectativas dominantes. Nuestro líder es aquí un
pensador cuyo legado intelectual aún no se ha terminado de asimilar, dadas no
sólo la amplitud y profundidad de sus intereses sino la relación entre sus
escritos y el contexto social en que se encontraba Émile Durkheim buscaba nada
menos que una base para la sociología, en el seno de un conjunto unido de
disciplinas sociales que buscaba proporcionar una base racional, sistemática y
empírica para la religión civil de la sociedad. En el proceso, perseguía un
modelo de ciencia que se caracterizaba en primer lugar y sobre todo por su
capacidad para tratar el objeto de estudio como estrictamente separado del
sujeto que lo estudiaba. El sujeto fija su mirada entonces en un objeto que
está «allá afuera», que puede ser observado y descrito con un lenguaje neutral
e imparcial. Desde este punto de vista las disciplinas científicas no difieren
en su método, sino en su atención a distintas áreas de la realidad. El mundo se
divide así en parcelas, cada una de las cuales es investigada por una
disciplina científica que traza límites alrededor de su objeto de curiosidad.
Los investigadores emplean la misma clase de herramientas y dominan la misma
clase de destrezas técnicas cuando están comprometidos en una actividad sujeta
a las mismas reglas metodológicas y los mismos códigos de comportamiento.
Entonces se arroja una mirada científica sobre cosas que están separadas de sus
actividades y simplemente están ahí, esperando ser observadas, descriptas y
explicadas. Lo que señala los límites de las disciplinas científicas es
simplemente la división del territorio de investigación, con cada disciplina
haciéndose cargo de su «colección de cosas».
La
sociología, de acuerdo con este modelo, es como un explorador marino, buscando
descubrir un terreno sobre el cual nadie haya reclamado aún soberanía. Durkheim
lo encontró en los hechos sociales. Estos son fenómenos colectivos
irreductibles a cualquier persona individual. Como convicciones compartidas y
patrones de conducta pueden ser tratados como cosas a estudiar de una manera
objetiva, distanciada. Estas cosas aparecen a los individuos como una realidad
resistente, pertinaz e independiente de su voluntad. No necesariamente se las
puede reconocer, ni necesariamente se quiere que desaparezcan. En ese sentido,
replican las características del mundo físico, tal como una mesa o una silla
pueden ocupar una habitación. Ignorarlas equivale a asumir que uno puede
ignorar la ley de gravedad. En este sentido, transgredir una norma social puede
resultar en sanciones punitivas como recordatorio de que no se debe transgredir
lo que ninguna persona puede alterar.
Podemos
decir, por lo tanto, que los fenómenos sociales, aunque obviamente no
existirían sin los seres humanos, no residen dentro de los seres humanos como
individuos sino fuera de ellos. Junto con la naturaleza y sus leyes inviolables
constituyen una parte vital del entorno objetivo de cualquier ser humano. No
tendría sentido estudiar esos fenómenos sociales simplemente preguntando a las
personas que están sujetas a su fuerza. La información sería azarosa, parcial e
inconducente. Se les puede preguntar, en cambio, sobre sus reacciones al
entorno para ver cómo los cambios en esas situaciones pueden mejorar la
conducta, o ser indicativas de las fuerzas que residen en el entorno mismo.
En un
importante aspecto, y Durkheim coincidía en esto, los hechos sociales difieren
de los hechos naturales. La conexión entre violar una ley de la naturaleza y el
daño que sigue a la violación es automática: no fue introducida por acción del
hombre (o, para el caso, por designio de nadie). La conexión entre violar la
norma de la sociedad y los sufrimientos de los que la han quebrantado es, por
el contrario, «de factura humana». Determinada conducta se castiga porque la
sociedad la condena y no porque la conducta misma haga daño a quien la comete
(por ejemplo, robar no le hace mal al ladrón y puede incluso serle beneficioso;
si el ladrón sufre como consecuencia de sus acciones, es sólo porque los
sentimientos sociales militan contra el robo). Esta diferencia, no obstante, no
distrae del carácter «de cosa» que tienen las normas sociales ni de la
viabilidad de su estudio objetivo. Ese aspecto de cosa de los hechos sociales y
no los estados de ánimo o las emociones de los individuos (tal como los
estudian con avidez los psicólogos) ofrecen una explicación genuina de la
conducta humana. Tratando de describir correctamente y explicar la conducta
humana, los sociólogos se permitieron (y exhortaron a que así se hiciera) pasar
por alto la psiquis individual, las intenciones y los significados privados de
que sólo los propios individuos pueden dar cuenta, para concentrarse, en
cambio, en el estudio de fenómenos que podían observarse desde afuera y que,
muy probablemente, parecerían los mismos a cualquier observador.
Una
estrategia muy diferente es perseguir un estatus científico, pero sin replicar
prácticas existentes. Podemos denominar a esto reflexión y modificación.
Asociada principalmente con la obra de Max Weber, rechaza la idea de que la
sociología debería imitar desinteresadamente las prácticas de las ciencias
físicas. Se propone, en cambio, que la práctica sociológica, sin perder la
precisión que se espera del conocimiento científico, debería ser tan diferente
de la de las ciencias naturales como la realidad humana investigada por la
sociología lo es del mundo estudiado por las ciencias de la naturaleza. Es esta
realidad la que debería guiar a la sociología que, como disciplina, debería ser
sensible a los cambios que tienen lugar dentro de las sociedades como un todo.
La realidad
humana es diferente del mundo natural porque las acciones humanas son
significativas. La gente tiene motivos y actúa para alcanzar los fines que se
plantea, y esos fines explican sus acciones. Por esta razón, las acciones
humanas, a diferencia de los movimientos espaciales de los cuerpos físicos,
deben ser comprendidas más que explicadas. Más precisamente, explicar las
acciones humanas significa comprenderlas en el sentido de atrapar los
significados con que las invisten los actores. Que las acciones humanas son
significativas es el fundamento de la hermenéutica . Se trata de la teoría y
práctica de una «recuperación del significado» que está embutido en los textos
literarios, las pinturas o cualquier otro producto de un espíritu humano
creativo. Para comprender su significado, los intérpretes del texto deben
ponerse en el «lugar» del autor: es decir, ver el texto a través de los ojos
del autor y pensar los pensamientos del autor. Después deben ligar las acciones
del autor con la situación social en la que se encuentran.
El círculo
hermenéutico —desde la particularidad de las experiencias del autor y sus
escritos hasta el contexto histórico general en que escribió— no depende de un
método uniforme que cualquier persona pueda aplicar con igual éxito, sino de
los talentos de un intérprete en particular. Si los distintos intérpretes
muestran interpretaciones drásticamente diferentes, uno puede elegir una de las
propuestas en competencia porque es más rica, más perceptiva, más profunda, más
agradable estéticamente o más satisfactoria por algún motivo, que las demás.
Está claro que este conocimiento no proporciona el sentido de certidumbre que
viene con el deseo de moldear orden en nombre de un poder que exige
prescripciones no ambiguas. A pesar de estas diferencias, no obstante, Weber
seguía sosteniendo que la sociología podía alcanzar una base «científica».
No todas las
acciones humanas pueden ser interpretadas de esta manera. Como hemos visto,
gran parte de nuestra actividad es o bien tradicional o bien afectiva en el
sentido en que está guiada por hábitos o emociones. En ambos casos la acción es
no reflexiva. Cuando, por ejemplo, actuamos por enojo o seguimos una rutina, no
calculamos nuestras acciones ni perseguimos fines particulares. Las acciones
tradicionales y afectivas están determinadas por factores que se hallan fuera
de nuestro control directo y pueden ser comprendidas mejor cuando se señala su
causa. Lo que requiere una comprensión de significado antes que una explicación
causal son las acciones racionales porque son calculadas, controladas y
orientadas conscientemente hacia los fines planteados (las acciones «para»). De
esa manera, mientras las tradiciones son múltiples y las emociones son completamente
personales e idiosincráticas, las razones que desplegamos para medir nuestros
fines contra los medios que elegimos para alcanzarlos son comunes a todos los
seres humanos. Podemos entonces extraer el significado de una acción observada
no tratando de adivinar qué podía haber estado pasando por la cabeza del actor
sino comparando la acción con un motivo que le da sentido y de esa manera
vuelve la acción inteligible.
De esta
manera Weber sostiene que una mente racional puede reconocerse en otra mente
racional. Más aun, que en tanto las acciones bajo estudio sean racionales, en
el sentido de ser calculadas y estar orientadas por un propósito, pueden ser
comprendidas racionalmente aceptando un significado, no una causa. Por lo
tanto, el conocimiento sociológico tiene una clara ventaja sobre la ciencia ya
que no sólo puede describir sino también comprender sus objetos. Por muy
explorado que esté el mundo descrito por la ciencia, sigue careciendo de
significado, pero la sociología, en el proceso de sus descubrimientos,
redescubre el significado de la realidad.
Existe una
tercera estrategia que no es la replicación, ni la reflexión y la modificación,
que puede caracterizarse como demostración por efecto. El objetivo aquí es
mostrar que la sociología tiene aplicaciones prácticas directas y efectivas.
Fueron los pioneros de la sociología en los Estados Unidos los que tendieron a
perseguir este fin. ¿Por qué? Porque Estados Unidos es un país prominente por
su marco mental pragmático y por visualizar el éxito práctico como el criterio
supremo de valor y, en última instancia, de verdad. Como dijera el filósofo
pragmatista William James, «Es evidente que nuestra obligación de reconocer la
verdad, lejos de ser incondicional, está tremendamente condicionada». Con tales
argumentos en mente, la investigación sociológica puede proporcionar
conocimientos cuyos resultados sean juzgados por aquellos que persiguen fines
particulares. En este sentido puede emplearse para «manipular» la realidad y
cambiarla de manera que concuerde con las necesidades e intenciones
cualesquiera sean y como sea que hayan sido definidas y seleccionadas.
Desde el
principio vemos que esta estrategia le da a la sociología un costado práctico
en su misión de diagnóstico social. Sus percepciones se fueron afinando en el
estudio de problemas sociales reconocidos como el de la creciente criminalidad,
la delincuencia juvenil y el comportamiento pandillero, el alcoholismo, la
prostitución, el debilitamiento de los lazos familiares, etcétera. De esa
manera la sociología basó su reclamo de reconocimiento social en la promesa de
ayudar en la administración de los procesos sociales. La sociología se pone
entonces al servicio de la construcción y mantenimiento del orden social y se
la ve compartir las preocupaciones de los administradores sociales, cuya tarea
era manejar la conducta humana. Los servicios de los sociólogos pueden entonces
desplegarse para paliar antagonismos y prevenir conflictos en fábricas y minas;
para facilitar la adaptación de los jóvenes soldados a las tediosas unidades
del ejército; para promover nuevos productos comerciales; para rehabilitar a
excriminales y para aumentar la eficacia de las previsiones de bienestar
social.
Esta estrategia
se acerca muchísimo a la fórmula del filósofo Francis Bacon: «dominar la
naturaleza sometiéndose a ella». Vemos aquí una mezcla de verdad con utilidad,
información con control y conocimiento con poder. Somos testigos también del
juicio del conocimiento sociológico de acuerdo con los beneficios prácticos que
puede llevar al manejo del orden social. De manera que nos encontramos, una vez
más, enfrentando la idea de que la sociología proporciona soluciones a problemas
ya visualizados y articulados por los técnicos del orden. La sociedad puede
verse así desde arriba, como un objeto de manipulación que produce material
resistente cuyas cualidades intrínsecas deben conocerse mejor para así hacerlo
más maleable y receptivo a la forma final que se desea.
Las tensiones
en el interior de estas expectativas de conocimiento sociológico vuelven
siempre en una forma que busca cuestionar su estatus. Esto no es sorprendente,
ya que la fusión de intereses sociológicos y administrativos sigue en el centro
de los que conciben las relaciones humanas en forma instrumental. La
justificación del conocimiento parece radicar entonces en su aplicación de
acuerdo con intereses rigurosamente definidos. Sin embargo, como con las
críticas que se hicieron de los primeros pioneros de la sociología
estadounidense, para una disciplina definir su éxito en términos de
requerimientos de servicios por parte de los poderosos es, por defecto, ignorar
los valores alternativos, y también establecer límites muy estrechos a la
investigación. Lo que se clausura entonces es una comprensión de visiones
alternativas potenciales de las relaciones sociales, así como las posibilidades
de cambio que se hallan en todos los acuerdos contemporáneos.
Los críticos
de esta tercera estrategia han señalado que seguirla equivale a tomar partido
por la actual asimetría del poder social y prestarle apoyo activo. Después de
todo, no cualquiera puede usar conocimiento construido desde la perspectiva de
los gerentes, ya que su aplicación demanda recursos que sólo los poderes
gerenciales pueden desplegar. De esa manera la sociología acrecienta el control
de los que ya tienen el control y mejora las apuestas de aquellos que ya gozan
de una buena mano. Se es útil así a las causas de la desigualdad, las
diferencias y la injusticia social.
Por esas
razones, la sociología mueve a la controversia. Se convierte en objetivo para
la ambivalencia dentro de la sociedad y su trabajo queda sometido a presiones
que no tiene el poder de reconciliar. Lo que una parte puede pedir que realice
la sociología, la otra parte puede verlo como una abominación y decidirse a
resistirlo. Por lo tanto, las expectativas en conflicto están forzadas a
informar su práctica, por muy evidentes que sean los rigores de su metodología,
sus métodos y el refinamiento de sus percepciones teóricas. De manera que puede
caer presa de los conflictos sociales reales que forman parte de las tensiones,
la ambivalencia y las contradicciones de la sociedad en su conjunto. La
sociología, al suscitar cuestiones sociales a través de la investigación
sistemática, puede verse usada como un blanco conveniente, que desplaza la
necesidad de un debate y una acción serios. Sin embargo, volvamos ahora nuestra
mirada hacia la sociedad en sí para buscar una comprensión para este estado de
cosas.
TENSIONES SOCIALES, FORMAS DE VIDA Y
OBJETIVOS SOCIOLÓGICOS
Podemos ver
esto como el resultado del proyecto de racionalización que es inherente a la
sociedad moderna, con la racionalidad presentándose a si misma como una espada
de doble filo. Por un lado, asiste claramente en el proceso de obtener más
control sobre las acciones. El cálculo racional (como hemos visto) modela
acciones de la manera más apropiada para fines seleccionados y de esa manera
incrementa su eficacia de acuerdo con criterios seleccionados. En un sentido
general, parece que los individuos racionales tienen más probabilidades de
alcanzar sus fines en comparación con los que no planean, no calculan ni
monitorean sus acciones. Colocada al servicio del individuo, la racionalidad
puede incrementar el alcance de la libertad personal. Pero hay también otro
lado de la racionalidad. Aplicado al entorno de la acción individual —a la
organización de la sociedad en su conjunto—, el análisis racional puede servir
para limitar las elecciones o reducir el espectro de medios que pueden utilizar
los individuos para perseguir sus fines. Por lo tanto, puede restringir la
libertad individual. La sociología refleja esta tensión, a la vez que proporciona
los medios para entender mejor sus efectos y de esa manera dirigir más
eficazmente los asuntos y los problemas que suscita en la sociedad moderna.
Como escribió Marshall McLuhan en relación con las nuevas tecnologías, si
comprendemos los modos en que están transformando nuestras vidas, «podemos
anticiparnos y controlarlas; pero si continuamos en nuestro trance subliminal
autoinducido seremos sus esclavos».
Dadas estas
presiones, y a pesar del evidente rigor metodológico de Weber y Durkheim, ambos
mostraban preocupación por la libertad. Durkheim era crítico de un utilitarismo
modelado por los cálculos destinados a maximizar los fines de los actores
individuales. ¿Cómo podría esto proporcionar una base social para la felicidad
y la satisfacción individuales?, se preguntaba. Weber también estaba preocupado
por esos valores que estaban en el meollo de la condición humana, pero que se
encontraban cada vez más sujetos al cálculo de la racionalidad instrumental.
Del mismo modo, Robert Park, uno de los primeros pioneros de la sociología en
los Estados Unidos, escribió acerca de cómo nuevas formas de comunicación
creaban asociaciones que no sólo intensificaban la competencia entre personas,
sino que también acarreaban el potencial de aumentar la comprensión.
En nuestros
días se manifiestan estas mismas preocupaciones. De esa manera oímos que la
confianza es fundamental para las relaciones humanas, pero a menudo se ve
socavada por los cálculos de los negocios globales que manejan poder y riqueza
equivalentes a los de algunas naciones y, sin embargo, siguen siendo
democráticamente irresponsables. Para ellas cualquier resistencia a intrusiones
en la forma de vida puede ser simple manifestación de los impedimentos locales
para realizar sus objetivos globales. También oímos alabar los valores de la
comunidad y su importancia para la solidaridad social. Sin embargo, como hemos
visto en nuestro viaje, esto a menudo se traduce en una actitud defensiva hacia
el «otro». Como señala Richard Sennett, los aspectos más importantes de la
arquitectura de la comunidad se convierten en «los muros contra un orden
económico hostil». Como resultado, para parafrasear a Paul Virilio, la política
se liga entonces con una libertad del miedo, en tanto la seguridad social pasa
a estar asociada con el derecho a consumir.
Lo que vemos
aquí es el despliegue de recursos acordes con la realización de fines
determinados y actividades de demarcación de límites como respuesta a las
condiciones sociales. Ambos están, a su vez, modelados por conocimientos que
son visiones que contienen interpretaciones del mundo. El conocimiento, en este
sentido, no refleja simplemente las cosas como son por sí mismas, como se cree
a menudo. Por el contrario, filtra, ordena y compartimenta en receptáculos en
la forma de categorías, clases y tipos. Cuanto más conocimiento tenemos, más
cosas vemos y mayor es el número de cosas que distinguimos en el mundo.
Estudiar el arte de la pintura, por ejemplo, nos lleva a ver «rojo» en un
cuadro, pero diferentes formas de rojo como el rojo de Adrianópolis, el rojo
fuego, el rojo eléboro, el rojo indio, el rojo japonés, el carmín, el carmesí,
el rubí, el escarlata, el rojo cardenal, sangre, bermellón, damasco, el rojo
Nápoles, el rojo pompeyano, el rojo persa, etcétera. La diferencia entre el ojo
entrenado y el no entrenado se manifiesta en el poder de discernir y explorar
de una manera metódica.
En todos los
campos, la adquisición de conocimiento consiste en aprender cómo hacer nuevas
discriminaciones. En el proceso lo uniforme se vuelve discreto, se hacen
distinciones más específicas y clases amplias son divididas en clases más
pequeñas, de manera que la interpretación de la experiencia se vuelve más rica
y más detallada. A menudo oímos que la gente educada se puede medir por la
riqueza de vocabulario que despliega en sus discriminaciones y distinciones.
Las cosas pueden ser descritas como «ricas» pero luego elaboradas en términos
de ser deleitosas, sabrosas, deliciosas, amables, apropiadas y gustosas o
«hacer bien». Sin embargo el lenguaje no viene a la vida desde «afuera» para
informar experiencias y acontecimientos que ya han sucedido. La lengua está en
la vida y la refleja desde el principio. Como dijo Pierre Bourdieu, «los usos
sociales de la lengua deben su valor social específico al hecho de que tienden
a organizarse en sistemas de diferencias» y estos, a su vez, reproducen «el
sistema de las diferencias sociales».
A partir de
esto podemos decir que la lengua es una forma de vida, y que toda lengua —el
inglés, el chino, el portugués, la lengua que habla la clase media y la que
hablan los trabajadores, el lenguaje «elegante», el argot del submundo, la
jerga de las bandas adolescentes, la lengua de los críticos de arte, de los
marineros, de los físicos nucleares, de los cirujanos o de los mineros— es una
forma de vida. Cada lengua trae consigo su mapa del mundo y un código de
comportamiento. Dentro de cada forma de vida, el mapa y el código se
entrelazan. Podemos pensar en ellos de manera separada, pero en la práctica no
podemos separarlos. Las distinciones que se hacen entre los nombres de las
cosas reflejan nuestra percepción de la diferencia en sus cualidades. Al mismo
tiempo, nuestro reconocimiento de la diferencia en cualidad refleja la
discriminación que hacemos en nuestras acciones hacia ellos y las expectativas
de donde derivan nuestras acciones. Recordemos una observación que ya hicimos:
comprender es saber cómo seguir y, si sabemos cómo seguir, hemos entendido. Es
precisamente esta superposición, esta armonía entre ambos —el modo en que
actuamos y el modo en que vemos el mundo— lo que nos hace suponer que las
diferencias están en las cosas mismas.
Hay una
tranquilidad y una certidumbre que acompañan las discriminaciones que se
emplean corrientemente al servicio de la comprensión diaria. Como hemos
señalado, hay una riqueza en esta forma de comprender y los sociólogos han
explorado esto con extraordinaria percepción. En el proceso, hacen manifiesto
lo latente. En alguna medida, la práctica misma debe ser indiferente a las
condiciones de su posibilidad en el curso normal de los acontecimientos. Sin
esto, ¿cómo podríamos actuar si pasáramos todo nuestro tiempo pensando en
nuestras acciones y su relación con las condiciones de que somos parte? Actuar
así sería una receta para la inacción y la incertidumbre. No obstante, las
formas de vida que permiten esto no se eliminan una a la otra simplemente. La comprensión
sociológica no trata simplemente acerca de cómo seguimos adelante con la vida,
sino acerca de cómo nuestras vidas se ligan con las de otros aun si, en el
curso normal de los acontecimientos, no parecería ser ese el caso. Las acciones
pueden basarse en información local, pero tienen el potencial de verse
transportadas y representadas de maneras que cruzan las fronteras.
Esto es
exactamente lo que los ejércitos de los que comercializan bienes y servicios
hacen en nombre del consumo. Las fronteras entre formas de vida se encuentran
entonces sujetas a imágenes y posibilidades que vienen de diferentes medios y,
como hemos visto durante nuestra gira guiada, tienen diferentes efectos. La
forma de comprensión resultante no puede interpretarse como proviniendo
simplemente de «adentro» en el sentido de sumar al fondo de conocimiento local
materiales para saber cómo seguir adelante en una forma de vida. Estas no son
simplemente instancias ratificadoras de un nuevo conocimiento que puedan
incorporarse sin problemas a nuestras vidas, sino que representan
interpretaciones que pueden hacernos demandas y exigirnos un reconocimiento de
un modo que, por defecto, reconocemos como propio. Comprender en esta forma es
saber que nuestras distinciones no son las únicas que existen. De modo que no
estamos separados unos de los otros por muros impermeables dentro de los cuales
podamos, sin problemas, hacer inventarios de los contenidos y sus propietarios.
Una reacción
a este estado de cosas (como hemos visto) consiste en recurrir a reforzar las
fronteras empleando mayores medios para asegurarse de que los muros sean
impermeables a la influencia de afuera. No obstante, en tanto las formas de
vida pueden ser ordenadas y compartir patrones de conducta, a menudo se sobreimponen
una a la otra, se superponen y pelean por áreas selectas de la experiencia de
vida total. Son, por así decirlo, diferentes selecciones y arreglos
alternativos de las mismas porciones del mundo total y los mismos ítems sacados
del fondo común. En el curso de un día nos movemos a través de muchas formas de
vida, sin embargo, adonde fuera que vayamos, llevamos un trozo de otras formas
de vida con nosotros. En cada forma de vida por la que pasamos a lo largo de
nuestras vidas compartimos conocimiento y códigos de comportamiento con una
serie diferente de personas y cada una de ellas posee una combinación de las
formas de vida de las que ella o él forman parte.
Por estas razones ninguna forma de vida es «pura» y,
como demostró la historia en tantas ocasiones, los intentos de purificación
llevan a resultados catastróficos. Nuestro ingreso en las formas de vida no es,
no obstante, un proceso pasivo que tuerce y moldea nuestras identidades y
destrezas para que se conformen a una serie de reglas rígidas. Somos a la vez
coautores y actores en la vida social, de manera que cuando entramos en
distintas formas de vida, a la vez las utilizamos y cambiamos trayendo con
nosotros otras formas de vida. Estas, a su vez, orientan nuestras acciones y
modelan nuestro juicio y nuestras decisiones, pero pueden no ser apropiadas
para los nuevos escenarios. Cada acto de entrada es por lo tanto creativo y
transformacional. El ojo sociológico entonces se dirige a preguntas como ¿basta
qué niveles?, ¿en qué medida?, ¿por qué razones y utilizando qué recursos?, y
¿con qué consecuencias?
Esta es la
razón por la cual siempre aparecen problemas de comprensión, junto con
sentimientos de confusión, amenaza y posibles quiebres en la comunicación,
porque son parte de la condición humana. Ignorar esto para cerrar el orden
social es ignorar un aspecto central del proceso de comprensión en el que los
significados sufren una transformación sutil pero constante e inevitable.
Podemos decir que el proceso de comunicación —aquella acción que apunta a
lograr la comprensión conjunta— evita que cualquier forma de vida se vuelva
estática. Pensemos en los remolinos de un arroyo. Cada uno parece poseer una
forma constante y de esa manera se mantiene durante un lapso prolongado. Sin
embargo (como sabemos) no puede retener una sola molécula de agua por más de
unos pocos segundos de modo que su sustancia se mantiene en un permanente
estado de flujo. Si bien resulta tentador pensar que esta es una debilidad del
remolino y que sería mejor, para su «supervivencia», que el flujo de agua del
río se detuviera, recuérdese que esto significaría la «muerte» del remolino. No
puede conservar su forma o su figura como una identidad separada y persistente
sin el constante ingreso y egreso de más y más agua. ¡Recuérdese, también, que
el agua misma lleva diferentes ingredientes!
Las formas de
vida, como los remolinos, se mantienen vivas precisamente porque son flexibles,
están en permanente flujo y son capaces de absorber nuevo material y descartar
lo que ya no les parece útil. Esto significa, no obstante, que las formas de
vida morirían si se volvieran cerradas, estáticas y repelentes al cambio. No
sobrevivirían a la codificación final y a la precisión que provocan los
intentos de codificación. Para decirlo de otra manera, las lenguas y el
conocimiento en general requieren ambivalencia para mantener se vivos, para
retener cohesión, para ser útiles. A pesar de esto, sin embargo, los poderes a
los que les concierne el ordenamiento de la realidad no pueden ver esta misma ambivalencia
sino como un obstáculo para sus objetivos. Tienden a tratar de congelar el
remolino, de impedir todo ingreso inoportuno en el conocimiento que controlan y
de sellar la «forma de vida» sobre la que desean asegurar se el monopolio.
Las preocupaciones
por el orden sostenidas por visiones limitadas de la vida social conducen a la
busca de conocimiento no ambiguo. La expectativa es que este conocimiento sea
exhaustivo y final, y sirva también como una justificación para acciones
siguientes. Las alusiones a su neutralidad pueden así aliviar a quienes lo
aplican del peso del juicio, pero no mantenerlos a la altura de esos ideales ya
que los efectos estarán ahí para que todos los vean. Querer ejercer el control
total sobre una situación significa luchar por construir un mapa claramente
definido en el que el significado se limpie a través de la purificación de la
ambigüedad y todos los lazos liguen a los que constituyen la forma de vida. En
un determinado terreno surgirán diferentes estrategias de acuerdo con el puesto
que ocupan las personas en el orden de las cosas. Por un lado, podemos
encontrar aceptación en virtud de prácticas que aún no fueron cuestionadas.
Esto permite (como hemos señalado) una disposición que modela las acciones en
la vida diaria. Por otro lado, los que no están acostumbrados a los modos de
pensar aceptados que entran en estas relaciones trayendo otras formas de vida
pueden encontrar, por defecto, que están cuestionando y por lo tanto
perturbando los modos aceptados. Pueden cuestionarse a sí mismos en el proceso,
pero sus acciones también pueden tener un efecto transformador en la forma de
vida misma.
Los esfuerzos
resultantes por preservar la ortodoxia, y de esa manera prevenir o eliminar la
herejía, tienen el control sobre la interpretación como su objetivo. El poder
en cuestión busca ganar el derecho exclusivo a decidir cuál de las posibles
interpretaciones debe elegirse y adoptarse como la verdadera. La búsqueda de un
monopolio del poder se manifiesta lanzando a quienes proponen alternativas al
rol de disidentes, y se ve acompañada por una intolerancia que puede
ejemplificarse en la persecución. Desde este punto de vista cualquier
disciplina que busca algo diferente de la producción de conocimiento con fines
de control se convertirá en blanco del ataque de los que tienen su inversión
hecha en el orden de cosas establecido.
SOCIOLOGÍA y LIBERTAD
La sociología
produce un sentido de comprensión que podemos llamar interpretativo-relacional.
No se contenta con ver las cosas aisladas porque no es así como se da la vida
social. Debido a esto, no se adecua a las demandas de «clausurar» lo que no
está, ni podría estar, sellado herméticamente a la influencia del afuera. La
sociología es un extenso análisis de las experiencias que surgen en las
relaciones sociales y es una interpretación de esas experiencias en relación
con otras y con las condiciones sociales en que la gente se encuentra. Esto no
quiere decir que posea un monopolio de sabiduría con respecto a esas
experiencias, aun cuando indudablemente las enriquece ayudándonos a
comprendernos mejor a través de otros y junto con otros. Si hay un pensamiento
que amplíe nuestro horizonte de comprensión porque este no se satisface con la
exclusividad y la integridad que proviene de cualquier interpretación única,
ese es el pensamiento sociológico. También pone de manifiesto el costo de los
intentos por instalar una situación de ese tipo.
Esto está
lejos de sugerir que la sociología no es «práctica». Al ensanchar el espectro
de nuestra comprensión, es capaz de poner en foco cosas que de otro modo
pasarían desapercibidas en el curso normal de los acontecimientos. Estas
incluyen una pluralidad de experiencias y formas de vida y cómo cada una exhibe
y despliega sus formas de conocimiento, demostrando a la vez que no se puede
ser una unidad autocontenida y autosuficiente. Muy sencillamente, estamos
ligados unos a los otros, aunque en formas diferentes. Este es el desafío de
pensar sociológicamente, porque no detiene sino que facilita el flujo y el
intercambio de experiencias.
Para algunos
esto significa que la sociología le hace el juego a la ambivalencia porque no
se une a los que buscan «congelar el flujo» en la persecución de fines
limitados. Acercándose a ella de esta manera puede vérsela como parte del
problema no la solución. Sin embargo, si una sociedad desea seriamente
aprender, puede dar lugar a una forma de conocimiento que nos equipe mejor para
enfrentar el futuro. El gran servicio que la sociología está bien preparada
para rendir a la vida humana y a la cohabitación humana es la promoción de la
comprensión mutua y la tolerancia como condición principal de la libertad
compartida. Debido a la forma de conocimiento que despliega, el pensamiento
sociológico no puede sino promover la comprensión que da nacimiento a la
tolerancia y la tolerancia que hace posible la comprensión. Como hemos sugerido
a lo largo de este libro, el modo en que visualizamos los problemas influirá en
las que se vean como las soluciones apropiadas. Entre nuestras expectativas
para el futuro y las experiencias obtenidas del pasado y del presente, queda un
espacio que pensar sociológicamente ilumina y del que podemos aprender más
acerca de nosotros mismos, los otros y las relaciones entre nuestras
aspiraciones, nuestras acciones y las condiciones sociales que creamos y
habitamos. La sociología es por lo tanto central en la empresa de comprendernos
mejor.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR Y SEGUIR LEYENDO
Nuestra
intención en esta sección es proporcionar una estructura para discusiones de
seminarios, grupos de lectura, o para los individuos que hayan leído el libro y
quieran explorar más los asuntos suscitados aquí. Con ese fin proponemos una
serie de preguntas para cada capítulo, junto con sugerencias de lectura. Estas
deben necesariamente ser selectivas cuando se trate de áreas de interés que han
generado una considerable cantidad de bibliografía. Después de todo, la
sociología es una disciplina dinámica que está constantemente produciendo
nuevos estudios. Esto no es sorprendente si se tiene en cuenta que nuestras
vidas están cambiando de diferentes maneras y en diferentes momentos. Hemos
seleccionado estos libros considerando los tópicos que cubren y los asuntos que
hemos examinado en los distintos capítulos. Como resultado, no son siempre los
libros más fáciles, pero esperamos que puedan demostrar que son lo bastante
interesantes para impulsar el pensamiento sobre asuntos sociales medulares.
Cuando
considere estos textos y los lea, no se sienta deprimido o caiga en la
tentación de huir. El conocimiento sociológico puede parecer abrumador pero
encontrará que el esfuerzo bien vale la pena y que sin duda no está más allá de
sus posibilidades. Por otra parte, hay publicaciones sociológicas
específicamente producidas para ayudarlo y otras que se mueven en el cuerpo
principal del conocimiento sociológico. Note que la lectura puede ser un
ejercicio pasivo en el que el lector actúa como recipiente del texto y no se
compromete con él criticando, analizando, cruzando referencias y trayendo otros
conocimientos anteriores y otras experiencias al texto. Es por esto que usted
debería leer usando un «estilo interrogativo», en el que uno se «compromete» con
el texto y constantemente le hace preguntas, poniendo la cabeza en los
objetivos de su lectura. Hemos producido las preguntas para asistirlo en este
proceso, pero sus habilidades interrogativas se desarrollarán marcadamente a
medida que vaya acumulando una creciente profundización y un creciente
ensanchamiento del conocimiento. Sólo nos queda decir que esperamos que haya
disfrutado del viaje sociológico, que continúa.
INTRODUCCIÓN
Preguntas
para, reflexionar
¿Cree usted
que puede haber una ciencia del sentido común y/o una mirada de sentido común
sobre la ciencia?
Si se le
pidiera que definiese la disciplina de la sociología en no más de dos
oraciones, ¿qué diría y por qué?
¿Cuáles son
los beneficios y las trampas de la «desfamiliarización»?
El sentido,
¿es «común»?
Lecturas
sugeridas
Berger, P.
L. y Kellner, H. (1982)
Sociology
reinterpreted: An Essay on Method and Vocation (Harmondsworth: Penguin) (La
reinterpretación de la sociología, Madrid: Espasa-Calpe, 1985). Este libro, que
continúa el anterior Invitation to Sociology (Introducción a la, sociología.
Una perspectiva, humanista. México: Limusa, 1989), examina tópicos tales como
la libertad y la «cientificación» de la vida social.
Giddens, A. (2001)
Sociology, 4.a ed. (Cambridge:
Polity) (Sociología, Madrid, Alianza, 2002). Un panorama amplio y general de la
sociología.
May, T.
(2001)
Social Research: Issues, Methods and Process, 3.a ed. (Buckingham:
Open University Press). Como no hemos examinado métodos de investigación este
libro proporciona un recorrido por los métodos y las perspectivas empleadas en
la investigación social para quienes se interesen en estas áreas.
Mills, C.
W. (1970)
The
Sociological Imagination (Harmondsworth: Penguin; publicado originariamente en
1959) (La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica: México, 1987).
Aunque tiene ya muchos años sigue siendo un clásico sociológico y el último
capítulo anticipa el tema de la «ambivalencia».
CAPÍTULO 1
Preguntas
para reflexionar
¿Cuáles son
sus objetivos en la vida y de qué medios dispone para tener acceso a ellos?
¿Cuáles son sus grupos de referencia en su vida y cuál
es la relación entre sus acciones y las expectativas de ellos?
¿Cómo
entiende la relación entre libertad y dependencia?
¿Cuál diría
usted que son las relaciones entre familias, comunidades y organizaciones y
cómo afectan estas los objetivos que usted se plantea para usted mismo y si son
alcanzables o no? Considere esto en relación con los «Criterios de relevancia».
Lecturas
sugeridas
Bauman, Z. (1988)
Freedom (Milton Keynes: Open University
Press) (Libertad, Madrid, Alianza, 1992). Este estudio considera
las cuestiones tratadas en este capítulo.
Griffiths,
M. (1995)
Feminisms and the Self: The Web of Identity (London:
Routledge). Las ideas sobre identidad son consideradas en relación
con pertenencia, autenticidad, política y autobiografía
Mead, G. H. (1964)
Selected Writings: George Herbert Mead,
editado por A. J. Reck (Chicago: University of Chicago Press). Una
colección de los escritos originales de Mead que vale la pena leer directamente
en lugar de a través de otras fuentes.
Skeggs, B. (1997)
Formations of Class and Gender, Becoming
Respectable (London: Sage). Un estudio sociológico que rastrea la
vida de mujeres y cómo luchan por alcanzar su identidad social.
CAPÍTULO 2
Preguntas
para reflexionar
Las fronteras
entre el «nosotros» y el «ellos» hacen al mantenimiento de la identidad vía la
distinción. ¿Cómo sucede esto y con qué consecuencias para el modo en que vemos
a los otros y nos vemos nosotros mismos?
¿Hay un
«todos juntos» o un «lazo común» que comparta toda la humanidad en su conjunto?
¿Qué
prácticas de segregación y acreditación distingue usted en la ciudad? ¿Se
consideraría un beneficiario o una víctima de estas prácticas y por qué?
¿Qué
significaba Erving Goffman con «desatención civil» y cómo se manifiesta?
Lecturas
sugeridas
Bourdieu,
P. et al. (1999)
The Weight of the World Social Suffering
in Contemporary Society, traducido por P. P. Ferguson, et al. (Cambridge:
Polity) (La Miseria del mundo, Buenos Air es: Fondo de Cultura Económica de
Argentina, 1999). Un estudio basado en investigaciones empíricas detalladas,
llevadas adelante a lo largo de varios años acerca de cómo enfrenta la gente su
vida cotidiana.
Frisby, D. y Featherstone, M. (eds.) (1997)
Simmel on Culture Selected Writings
(Thousand Oaks, Calif.: Sage). Simmel fue un gran sociólogo y esta
colección de sus trabajos le permite al lector una percepción del rango y
profundidad de sus intereses.
Goffman, E. (1984)
The Presentation of Self in Everyday Life
(Harmondsworth: Penguin; publicado originariamente en 1959). (La
presentación de la persona en la vida cotidiana”, Buenos Aires Amorrortu,
1989). Este libro vendió muchos ejemplares, probablemente debido a la mirada de
su autor sobre nuestras interacciones.
Miller, T.
y McHoul, A. (1998)
Popular Culture and Everyday Life (London: Sage). Interesantes
miradas sobre las prácticas cotidianas.
CAPÍTULO 3
Preguntas
para reflexionar
¿De qué
manera se vinculan comunidades e identidades sociales?
¿Qué piensa
que quiso decir Raymond Williams con «lo sorprendente de la comunidad es que
siempre ha sido»?
¿Difieren
las sectas de las organizaciones? De ser así, ¿de qué manera?
¿Consideraría usted la posibilidad de exponer esas prácticas en
organizaciones que usted considera no éticas? De ser así, ¿cuándo, por qué y
bajo qué circunstancias?
Lecturas
sugeridas
du Gay, P.
(2000)
In Praise of Bureaucracy Weber - Organization - Ethics
(London: Sage). El autor argumenta que la burocracia puede
tener un importante papel en una sociedad que busque un gobierno responsable.
Gerth, H. y Mills, C. W. (eds.) (1970)
From Max Weber: Essays in Sociology (London: Routledge
and Kegan, Paul) (Ensayos de sociología contemporánea) Max Weber, Barcelona:
Martínez Roca, 1972). Como con nuestras sugerencias sobre Simmel y Mead, vale
la pena a menudo regresar a los materiales originales para conocer mejor las
ideas de los sociólogos líderes.
Jenkins, R. (1996)
Social Identity (London: Routledge). Un
panorama muy útil de los puntos de vista sobre la identidad tanto de la
sociología como de la antropología, combinados con los propios análisis e
interpretaciones del autor.
Lyon D. (2001)
Surveillance Society: Monitoring Everyday
Life (Buckingham: Open University Press). Cada vez más áreas de
nuestras vidas están sujetas a vigilancia diaria y este estudio echa luz sobre
cómo tiene lugar eso y discute sus implicancias.
CAPÍTULO 4
Preguntas
para reflexional
¿Cuáles son
las diferencias entre coerción y elección?
¿Qué
significa decir que las personas son fines en sí mismas, en lugar de medios
para los fines de otros?
Las
legitimaciones de la tradición desempeñan un papel importante en nuestras
vidas. ¿Puede usted pensar en algunos ejemplos y en cómo se relacionan con
nuestras acciones?
¿Existe algo
así como los «universos de obligación»?
Lecturas sugeridas
Bauman, Z. (1989)
Modernity and the Holocaust (Cambridge,
Mass.: Polity). (Modernidad y holocausto, Madrid:
Sequitur, 1997). Un examen en profundidad de algunos de los temas considerados
en este capítulo.
Beauvoir,
S. de (1994)
The Ethics of Ambiguity (New York: Citadel;
publicado originariamente en 1948) (Para una moral de la ambigüedad, Buenos
Aires: Schapire, 1956). Un ensayo penetrante escrito por una figura señera del
movimiento existencialista francés que examina las elecciones a que nos
enfrentamos en situaciones de ambigüedad.
Bellah, R.
N., Madsen, R., Sullivan, W. M., Swidler, A. y Tipton, S. M. (1996)
Habits of the Heart: Individualism and Commitment in
American Life (edición actualizada; Berkeley, Calif.: University of California
Press) (Hábitos del corazón, Madrid: Alianza, 1989). Un
estudio que despertó un amplio debate acerca de los valores y formas de vida
contemporáneos.
Sennett, R. (1998)
The Corrosion of Character: The Personal
Consequences of Work in the New Capitalism (London: W. W. Norton) (La corrosión
del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo
capitalismo, Barcelona: Editorial Anagrama, 2000). Este libro contempla los
cambios políticos y económicos a partir de sus efectos sobre la confianza, la
integridad y la pertenencia.
CAPÍTULO 5
Preguntas
para reflexionar
¿Le resulta
comprensible la idea de un don «puro» en una relación social?
Jürgen
Habermas escribió acerca de la «colonización» del universo vital por el dinero,
el poder y la burocracia. ¿Cree usted que es esta una tendencia creciente en la
sociedad contemporánea? De ser así, ¿qué efectos tiene sobre la vida diaria?
¿Existe una
identidad fuera de la mercantilización?
¿La
impersonalidad del intercambio se halla apuntalada por relaciones sociales
tales como el vínculo emocional y la confianza? De ser así, ¿de qué maneras y
qué significa esto para la idea de «intercambio»?
Lecturas sugeridas
Beck, U. (1992)
Risk Society Towards a New Modernity
(Thousand Oaks, Calif.: Sage). (Sociología del Riesgo, Barcelona:
Paidós, 1994). Ulrich Beck caracteriza la sociedad contemporánea en términos de
su propensión a producir riesgos que tienen efectos sobre la conducta de
nuestras vidas.
Hochschild, A. E. (1983)
The Managed Heart: Commercialization of
Human Feeling (Berkeley, Calif.: University of California Press). El
título dice lo suficiente acerca del contenido y el libro está escrito en un
estilo atrapante.
Jamieson,
L. (1998)
Intimacy: Personal Relationships in Modern
Societies (Cambridge: Polity). ¿Es el deseo de intimidad una
necesidad humana básica? ¿Hasta qué punto está modelado por las condiciones
sociales y económicas? Estas son algunas de las principales cuestiones
planteadas en este libro.
Luhmann, N. (1998)
Love As Passion. The
Codification of Intimacy (Stanford, Calif.: Stanford University Press) (El amor
como pasión: la codificación de la intimidad, Barcelona: Península, 1985). Un
examen perspicaz del amor, la emoción y el vínculo en términos de su evolución
a lo largo de la historia.
CAPÍTULO 6
Preguntas para reflexionar
Al buscar
seguridad, ¿estamos buscando lo inalcanzable?
¿Cómo se
relacionan las costumbres, las posturas corporales y los modales en la vida
diaria?
¿De qué
maneras se representan los cuerpos sociales en los medios de comunicación
populares y por qué razones y utilizando qué medios?
¿Son las
ideas de salud y aptitud física diferentes debido a la existencia o ausencia de
una «norma» contra la cual puedan medirse?
Lecturas sugeridas
Burkitt, I. (1999)
Bodies of Thought: Embodiment, Identity
and Modernity (Thousand Oaks, Calif.: Sage). Este libro plantea
cuestiones vinculadas con la relación mente-cuerpo y llega a la conclusión de
que tener un cuerpo y actuar y pensarnos como personas son asuntos inseparables.
Delphy, C y Leonard, D. (1992)
Familiar Exploitation A New Analysis of
Marriage in Contemporary Western Society (Cambridge, Mass.: Polity). Un
análisis comparativo de cómo la organización de la familia se relaciona con el
trabajo, la producción y el consumo.
Foucault, M. (1979)
The History of Sexuality, Volume I. An
Introduction, traducido por R. Hurley (Harmondsworth: Penguin). (Historia
de la sexualidad, Tomo 1. La voluntad de saber, México: Siglo XXI, 1977). El
primero de los estudios de Michel Foucault sobre sexualidad no sólo es
accesible sino que requiere por par te del lector que examine lo que se
considerarían comúnmente creencias sólidas desde una perspectiva muy diferente.
Nettleton, S. (1995)
The Sociology of Health and Illness
(Cambridge, Mass.: Polity). Un panorama abarcador de las
perspectivas de la sociología médica
CAPÍTULO 7
Preguntas
para reflexionar
Hablamos de
tiempos de «hardware» y de «software». ¿Qué quisimos decir con eso y qué
consecuencias tiene para los modos en que llevamos adelante nuestras vidas?
¿Están
liberadas las comunicaciones de los límites que les ponen «la gente y los
objetos materiales»?
¿Apunta el
término «amenaza» a lo que está en nuestro vecindario pero cuya fuente real es
más distante?
¿Cuáles son
los vínculos entre las actividades de resolución de problemas y los límites?
Lecturas sugeridas
Adam, B. (1995)
Timewatch: The Social Analysis of Time (Cambridge: Polity). Una
de las más destacadas teorías sociales del tiempo, Barbara Adam, examina los
modos en que el tiempo informa nuestras vidas en una serie de áreas, por
ejemplo, la salud y el trabajo.
Bauman, Z. (2000)
Liquid Modernity (Cambridge, Mass.:
Polity). (Modernidad, líquida, Buenos Aires: Fondo de Cultura
Económica, 2003). Un examen de la fluidez de la vida, que se discutió aquí, en
relación con asuntos tales como el trabajo, el tiempo y el espacio, la
comunidad, la emancipación y la individualidad.
Waters, M. (1995)
Globalization (London and New York:
Rutledge). Una buena mirada de conjunto sobre este concepto y sus
implicancias en nuestras vidas.
Williams,
R. (1989)
Culture (London: Fontana) (Cultura y
sociedad, Buenos Aires: Nueva Visión, 2001). Raymond Williams dedica su
atención a la idea de cultura y el por qué se ha vuelto tan importante para una
comprensión de las relaciones sociales, así como a de qué manera se relaciona
esto con su propia posición «cultural materialista».
CAPÍTULO 8
Preguntas
para reflexionar
¿Es la
naturaleza otra cosa que el material sobre el cual se modela la cultura?
El control
genético de los cultivos, ¿es un paso adelante en el proceso de controlar la
naturaleza para propósitos humanos?
¿A qué se
refieren los términos «xenofobia» y «heterofobia»? Dé dos ejemplos de cada una
en la vida diaria
¿Cuáles son
las diferencias entre ciudadanía, Estado, nación y nacionalismo, y cómo se
vinculan entre sí?
Lecturas
sugeridas
Calhoun, C.
(1997)
Nationalism
(Buckingham and Minneapolis, Minn.: Open University Press and Minnesota Press).
La
importancia de las fronteras nacionales, los Estados, las identidades y el
nacionalismo es evidente en los tiempos contemporáneos. Este libro examina
estas instancias, cómo interactúan y los diferentes modos en que se las
utiliza.
Delanty, G. (2000)
Citizenship in a Global Age (Buckingham:
Open University Press). Definiendo el término «ciudadanía», el
autor examina las implicancias de la desterritorialización y argumenta a favor
de una forma «cosmopolita» de ciudadanía.
Gilroy, P. (2000)
Between Camps Nations, Cultures and the
Allure of Race (London: Allen Lane, The Penguin Press). Un
examen de la identidad, la etnicidad y la raza en los tiempos modernos y las
cuestiones que plantean para vivir nuestras vidas con otros de mejor manera.
Segal, L. (1999)
Why Feminism? Gender, Psychology, Politics
(Cambridge: Polity). Los escritos de Lynne Segal resuenan con
temas contemporáneos y esta antología de artículos no es una excepción.
CAPÍTULO 9
Preguntas
para reflexionar
¿De qué
manera conforman y modelan su vida las nuevas tecnologías?
¿Es la
publicidad simplemente un modo de transmitir información, o determina lo que
compramos?
¿Se están
convirtiendo los problemas públicos en males privados?
¿Hay una
vida más allá del salir de compras?
Lecturas sugeridas
Featherstone, M. (1991)
Consumer Culture and Postmodernism
(London: Sage). (Cultura de Consumo y Posmodernismo,
Buenos Aires: Amorrortu, 2000). Una revisión de la idea según la cual podemos
caracterizar a las sociedades modernas en términos de consumo, y a la vez una
evaluación del autor sobre el orden global y sus implicancias para las
prácticas culturales.
Klein, N.
(2000)
No Logo
(London: Flamingo) (No logo. El poder de las marcas, Buenos Aires: Paidós,
2000). Una reveladora serie de miradas sobre el poder que tienen las grandes
corporaciones sobre nuestras vidas.
MacKenzie, D. y Wajcman, J. (eds.) (1999)
The Social Shaping of Technology, 2.a ed. (Buckingham:
Open University Press). Una antología de artículos originales escritos por
pensadores que reflexionan sobre las interacciones entre tecnología y
relaciones humanas.
Slevin, J. (2000)
The Internet Society (Cambridge, Mass.:
Polity). Un estudio detallado sobre el surgimiento de Internet
y sus implicancias para la identidad y la organización de las relaciones
sociales.
CAPÍTULO 10
Preguntas
para reflexionar
¿Qué es lo
que espera al estudiar sociología?
¿Cuáles son
los asuntos que conformaron el desarrollo y la práctica de la sociología como
disciplina?
¿De qué
manera puede ayudarnos pensar sociológicamente para mejorar nuestra comprensión
de nosotros mismos, los otros y las condiciones sociales en que vivimos?
¿Ninguna
«forma de vida» es pura?
Lecturas sugeridas
Fraser, N. (1997)
Justice Interruptus: Critical Reflections
on the «Postsocialist» Condition (London: Routledge) (Justitia Interrupta. Reflexiones
críticas desde la posición «postsocialista», Bogotá, Siglo del Hombre
Editores-Universidad de los Andes, 1997). Nancy Fraser tiene la habilidad de
llegar al meollo de los argumentos y dejar planteados los modos en que
podríamos encontrar soluciones constructivas a los problemas que se plantean.
Esta serie de ensayos no es una excepción, y en ellos la autora argumenta algo
que tan a menudo se olvida: que el reconocimiento va de la mano con la
redistribución.
May, T. (1996)
Situating Social Theory (Buckingham: Open
University Press). Este libro, haciendo base en la historia
de la teoría social y las tradiciones del pensamiento social, ubica las
escuelas de pensamiento contemporáneas y discute sus puntos fuertes y débiles.
Williams, M. (2000)
Science and Social Science. An
Introduction (London and New York: Routledge). Una guía para los
debates sobre ciencia y cómo estos se relacionan con la práctica de las
ciencias sociales. El autor también considera las importantes cuestiones de los
valores y las prácticas científicas.
Young, J.
(1999)
The
Exclusive Society: Social Exclusión, Crime and Difference in Late Modernity
(Thousand Oaks, Calif.: Sage) (La sociedad «excluyente»; exclusión social,
delito y diferencia en la modernidad tardía, Madrid: Marcial Pons, 2003). Este
libro examina la transición desde la estabilidad al cambio y la división.
Señalando que «no hay vuelta atrás», el autor considera las posibilidades para
el futuro y, al hacerlo, utiliza la mirada sociológica de una manera no muy diferente
de la que sugerimos en este capítulo final.
ZYGMUNT
BAUMAN
(Poznan, Polonia, 1925) es un sociólogo, filósofo y
ensayista polaco de origen judío. Miembro de una familia de judíos no
practicantes, hubo de emigrar con su familia a Rusia cuando los nazis
invadieron Polonia. En la contienda, Bauman se enroló en el ejército polaco,
controlado por los soviéticos, cumpliendo funciones de instructor político.
Participó en las batallas de Kolberg y en algunas operaciones militares en
Berlín. En mayo de 1945 le fue otorgada la Cruz Militar al Valor. De 1945
a 1953 desempeñó funciones similares combatiendo a los insurgentes
nacionalistas de Ucrania, y como colaborador para la inteligencia militar.
Durante sus
años de servicio comenzó a estudiar sociología en la Universidad de Varsovia,
carrera que hubo de cambiar por la de filosofía, debido a que los estudios de
sociología fueron suprimidos por «burgueses». En 1953, habiendo llegado al
grado militar de mayor, fue expulsado del cuerpo militar con deshonor, a causa
de que su padre se había presentado en la embajada de Israel para pedir visa de
emigrante.
En 1954
finalizó la carrera e ingresó como profesor en la Universidad de Varsovia, en
la que permanecería hasta 1968. En una estancia de estudios en la prestigiosa
London School of Economics, preparó un relevante estudio sobre el movimiento
socialista inglés que fue publicado en Polonia en 1959, y luego apareció
editado en inglés en 1972. Entre sus obras posteriores destaca Sociología para
la vida cotidiana (1964), que resultó muy popular en Polonia y formaría luego
la estructura principal de Pensando sociológicamente (1990).
Fiel en sus
inicios a la doctrina marxista, con el tiempo fue modificando su pensamiento,
cada vez más crítico con el proceder del gobierno polaco. Por razones políticas
se le vedó el acceso a una plaza regular de profesor, y cuando su mentor Julian
Hochfeld fue nombrado por la UNESCO en París, Bauman se hizo cargo de su puesto
sin reconocimiento oficial. Debido a fuertes presiones políticas en aumento,
Bauman renunció en enero de 1968 al partido, y en marzo fue obligado a
renunciar a su nacionalidad y a emigrar.
Ejerció la
docencia primero en la Universidad de Tel Aviv y luego en la de Leeds, con el
cargo de jefe de departamento. Desde entonces Bauman escribió y publicó
solamente en inglés, su tercer idioma, y su reputación en el campo de la
sociología creció exponencialmente a medida que iba dando a conocer sus
trabajos. En 1992 recibió el premio Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales, y
en 1998 el premio Theodor W. Adorno otorgado por la ciudad de Frankfurt.
La obra de
Bauman comprende 57 libros y más de 100 ensayos. Desde su primer trabajo acerca
de el movimiento obrero inglés, los movimientos sociales y sus conflictos han
mantenido su interés, si bien su abanico de intereses es mucho más amplio. Muy
influido por Gramsci, nunca ha llegado a renegar completamente de los
postulados marxistas. Sus obras de finales de los 80 y principios de los 90
analizan las relaciones entre la modernidad, la burocracia, la racionalidad
imperante y la exclusión social. Siguiendo a Sigmund Freud, concibe la
modernidad europea como el producto de una transacción entre la cesión de
libertades y la comodidad para disfrutar de un nivel de beneficios y de
seguridad.
Según
Bauman, la modernidad en su forma más consolidada requiere la abolición de
interrogantes e incertidumbres. Necesita de un control sobre la naturaleza, de
una jerarquía burocrática y de más reglas y regulaciones para hacer aparecer
los aspectos caóticos de la vida humana como organizados y familiares. Sin
embargo, estos esfuerzos no terminan de lograr el efecto deseado, y cuando la
vida parece que comienza a circular por carriles predeterminados, habrá siempre
algún grupo social que no encaje en los planes previstos y que no pueda ser
controlado.
Bauman
acudía al personaje de la novela El extranjero de Albert Camus para
ejemplificarlo. Abrevando en la sociología de Georg Simmel y en Jacques
Derrida, Bauman describió al «extranjero» como aquel que está presente pero que
no nos es familiar, y que por ello es socialmente impredecible. En Modernidad y
ambivalencia, Bauman describe cómo la sociedad es ambivalente con estos
elementos extraños en su seno, ya que por un lado los acoge y admite cierto
grado de extrañeza, de diferencia en los modos y pautas de comportamiento, pero
por dentro subyace el temor a los personajes marginales, no totalmente
adaptados, que viven al margen de las normas comunes.
En su obra más conocida, Modernidad y holocausto,
sostiene que el holocausto no debe ser considerado como un hecho aislado en la
historia del pueblo judío, sino que debería verse como precursor de los
intentos de la modernidad de generar el orden imperante. La racionalidad como
procedimiento, la división del trabajo en tareas más diminutas y especializadas,
la tendencia a considerar la obediencia a las reglas como moral e
intrínsecamente bueno, tuvieron en el holocausto su grado de incidencia para
que este pudiera llevarse a cabo. Los judíos se convirtieron en los
«extranjeros» por excelencia, y Bauman, al igual que el filósofo Giorgio
Agamben, afirma que los procesos de exclusión y de descalificación de lo no
catalogable y controlable siguen aún vigentes.
Al miedo
difuso, indeterminado, que no tiene en la realidad un referente determinado, lo
denominó «Miedo líquido». Tal miedo es omnipresente en la «Modernidad líquida»
actual, donde las incertidumbres cruciales subyacen en las motivaciones del
consumismo. Las instituciones y organismos sociales no tienen tiempo de
solidificarse, no pueden ser fuentes de referencia para las acciones humanas y
para planificar a largo plazo. Los individuos se ven por ello llevados a
realizar proyectos inmediatos, a corto plazo, dando lugar a episodios donde los
conceptos de carrera o de progreso puedan ser adecuadamente aplicados, siempre
dispuestos a cambiar de estrategias y a olvidar compromisos y lealtades en pos
de oportunidades fugaces.
TIM
MAY
Es Director del Centre for Sustainable Urban and
Regional Futures (Centro para Futuros regionales, urbano sostenible s) un
centro de investigación interdisciplinario de la Universidad de Salford.
Después de una carrera como ingeniero en el sector agrícola, su primer título
de grado fue de la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres y luego
pasó a estudiar en Métodos de Investigación Social de la Universidad de Surrey
(1986) y en la Universidad de Plymouth (1990). Fue designado para una cátedra
en Plymouth (1989-1995); Luego se trasladó a la Universidad de Durham
(1995-1999) y fue designado como Presidente en Salford en agosto de 1999. Tim
trabajó en muchas organizaciones (universidades, Gobierno Local, agencias de
desarrollo regional, oficinas gubernamentales, de libertad vigilada, salud,
prisiones y sus sectores de ingeniería Servicios Sociales y la planificación) y
ha ocupado becas de investigación de: Consejos de investigación del Reino Unido
(ESRC; EPSRC; AHRC); Ayuntamientos, el NHS y Mistra (Fundación de Investigación
del Medio Ambiente de Suecia); sector privado; Agencias de Desarrollo Regional;
universidades.
Tim ha
trabajado para las universidades asesorándoles en cuestiones intelectuales,
organizacionales y estratégicos. Desde el año 2000, SURF ha generado ingresos
externos de 6,5 millones de libras. Tim ha escrito y editado catorce libros que
han sido traducidos a quince idiomas, además de más de ciento ochenta
artículos, capítulos de libros e informes de investigación y ocho ediciones
especiales de revistas. Esto cubre; intermediación activa en el intercambio de
conocimientos y los métodos de la investigación; pensar sociológicamente;
filosofía de la ciencia y las ciencias sociales; la gestión y el cambio
organizacional; el desarrollo de políticas y el aprendizaje; universidades y el
desarrollo socioeconómico; la política científica; la política y la
representación regional y la teoría social.
Tim fue
editor de los libros de la serie internacional, «Issues in Society» (Problemas
de la Sociedad) (Open University Press / McGraw-Hill) en la que diecisiete
libros se publicaron entre 1998-2010. El trabajo de Tim se centra en cuestiones
relativas a los conocimientos, la gobernabilidad y la formulación de políticas,
así procesos de intercambio de conocimiento como eficaces para la interacción
universidad-ciudad. Actualmente se está llevando a cabo un trabajo comparativo
internacional sobre la producción y recepción del conocimiento urbano para un
futuro sostenible y escribe tres libros sobre la reflexividad, las ciudades y
el conocimiento y el pensamiento sociológico, así como artículos sobre el
desarrollo del conocimiento y la metodología.
DESCARGAR LIBRO COMPLETO AQUÍ:
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