lunes, 1 de julio de 2019

Pensando sociológicamente - Zygmunt Bauman & Tim May - descargar libro




Capítulo 10
PENSANDO SOCIOLÓGICAMENTE

Capítulo a capítulo hemos viajado juntos a través de un mundo de experiencia cotidiana en los aspectos cambiantes que nos rodean y modelan nuestras vidas. Con la sociología como nuestra guía de viaje, nos hemos dedicado a interpretar lo que vemos y hacemos. Como en cualquier gira guiada, esperábamos que nuestro guía no se perdiese nada de importancia y que llamase nuestra atención sobre cosas que, librados a nosotros mismos, podríamos pasar por alto. Podíamos esperar también que nuestro guía nos explicase cosas que conocíamos sólo superficialmente e incluso nos proporcionara una perspectiva que hasta entonces no habíamos considerado. Sensatamente podemos esperar que al final de nuestra gira y como resultado de ella sepamos más y que hayamos mejorado nuestra comprensión.


   EL OJO SOCIOLÓGICO

La comprensión está en el núcleo de la vida social. Siguiendo al filósofo Charles Taylor, podemos hablar de comprensión en dos sentidos. En primer lugar, hay una comprensión de las cosas dada por su lugar en un orden significativo. Lo que puede parecer inexplicable e incluso amenazador puede entenderse en términos de sus relaciones con aquellos aspectos de nuestras vidas que nos son más familiares. Como también hemos visto a lo largo de nuestro viaje, hay acontecimientos y prácticas que a menudo se consideran ajenos y amenazadores. Por esta razón, buscar explicarlos puede volverse un desafío a los modos de ver prevalecientes. Estos modos de ver se relacionan con un segundo sentido del término comprensión que inspira nuestro conocimiento del entorno y nos permite seguir adelante y operar en él. Este es el conocimiento tácito al que recurrimos en nuestras acciones y sin el cual no podríamos llevar a cabo ni orientar nuestras vidas.

Entre estos dos sentidos de la comprensión hay una tensión. Ambos despliegan una complejidad que muestra la riqueza de la condición humana. El primero, no obstante, puede aparecer como una crítica al segundo por su posibilidad de cuestionar lo que se da por sentado en nuestra vida cotidiana. Es una forma de comprensión vía un relacionismo que sitúa a las personas en términos de cómo sus vidas están ligadas con las de otros. En el proceso muestra no sólo cómo nuestras vidas son logros, sino también cómo se relacionan con acontecimientos y procesos que normalmente no son parte de nuestras comprensiones diarias.

Nuestro enfoque en este libro estuvo modelado por estas dos dimensiones de la comprensión. Después de todo, el modo en que nos llevamos con otros y cómo eso se relaciona con nosotros como personas, al igual que el rol que las condiciones sociales y las relaciones en general desempeñan en nuestra vida, nos permite manejar mejor los asuntos con los que nos enfrentamos a diario. No estamos sugiriendo que nuestros intentos de solucionarlos tendrán automáticamente un resultado más exitoso sino que podremos saber cómo encuadrar los problemas de manera de alcanzar soluciones más duraderas. Pensar sociológicamente, por lo tanto, es central en esa tarea, pero su éxito depende de factores que radican fuera de la influencia de cualquier disciplina. Encuadrar problemas que requieren una acción y encontrar soluciones apropiadas es una tarea incesante que requiere una voluntad de escuchar y actuar, al igual que la capacidad de producir el cambio. El rol de la sociología como modo disciplinado de pensar es modelar este proceso. En ese sentido, ofrece algo que es fundamental para la vida social en general, es decir, una interpretación de experiencias a través de los procesos de comprensión y explicación. En esta tarea se ha desempeñado muy bien.

Podemos caracterizar la sociología como un análisis la vida social. A la vez que proporciona una serie de notas explicativas de nuestras experiencias, también provoca consecuencias en la forma en que conducimos nuestra vida. De esta manera actúa como un medio para refinar el conocimiento que poseemos y empleamos en nuestra vida diaria poniendo el foco no sólo en nuestros logros, sino también en las restricciones y posibilidades que enfrentamos al conectar nuestras acciones con las posiciones y condiciones en que nos encontramos. La sociología es un ojo disciplinado que a la vez examina «cómo» seguimos adelante con nuestras vidas cotidianas y ubica esos detalles en un «mapa» que se extiende más allá de nuestras experiencias inmediatas. Entonces podemos ver cómo los territorios que habitamos encajan en y se relacionan con un mundo que podemos no tener oportunidad de explorar nosotros mismos pero que, de todas formas, puede modelar y estructurar nuestras vidas.

Las diferencias que pudimos experimentar antes y después de leer estudios sociológicos no son simplemente las mismas que las que hay entre error y verdad. En tanto la sociología puede corregir nuestras impresiones y desafiar nuestras opiniones, nuestras acciones pueden describirse y explicarse en diferentes planos de la experiencia Después de todo, esto es exactamente lo que sucede en la vida social cuando nos encontramos en diferentes contextos: por ejemplo, cuando estamos trabajando, en casa, de compras o con amigos en una reunión. Decir, por lo tanto, que hay una sola explicación que baste para todas las ocasiones y todos los lugares no sólo resulta inexacto, sino que además excluye diferencias en el presente y posibilidades para el futuro. La gente sí actúa en contra de lo que se espera de ella, y eso es parte del ejercicio de la libertad. La sociología puede explicar las razones para ello, pero por su forma de trabajo, resulta un incentivo para seguir explorando en la búsqueda de la comprensión. No hay un final para esto, como no hay un lugar de descanso final donde la verdad absoluta resida. Por el contrario, nuestro conocimiento, como sucede en todas las esferas de la tarea científica, mejora en lo que hace a su adecuación para explicar aquellas cosas que no se habían descubierto antes o se comprendían poco.

Volviendo a nuestros dos sentidos de comprensión, la sociología no sólo ilumina los medios a través de los cuales conducimos nuestras vidas, sino que también tiene el efecto de cuestionar esa adecuación produciendo estudios y trabajos que aguijonean y desafían la imaginación. Este puede ser un proceso agotador en cuanto examina hechos familiares desde puntos de vista inesperados e inexplorados. Pueden aparecer entonces sentimientos de confusión debido a las creencias que sustentamos sobre las formas de conocimiento y lo que podemos esperar de ellas. A menudo esperamos que justifiquen nuestras ideas actuales, o nos proporcionen nuevo conocimiento que no perturbe nuestra comprensión, sino que la amplíe de modo significativo. Por supuesto, el conocimiento sociológico puede cumplir con ambas expectativas. Pero también (como se ha dicho) puede cuestionar esa comprensión negándose a cerrar lo que está abierto o es ambivalente en nuestras vidas. Por ello suscita posibilidades de pensar de modo diferente al incluir aquellos aspectos de nuestra vida que normalmente se hallan entre paréntesis. Para nosotros, esto la vuelve una disciplina muy práctica, pero tal vez no en el modo en que suelen usar la palabra los que buscan convertir sus visiones de la sociedad en realidades confortables que, como hemos visto, incluyen como virtud la de ser exclusivas.


   EXPECTATIVAS SOCIALES Y PENSAMIENTO SOCIOLÓGICO

Las tensiones entre las formas de comprensión mencionadas y las expectativas que suelen hacerse del conocimiento científico se ponen de manifiesto en lo que se espera del pensamiento sociológico. En primer lugar, que es una «ciencia». Aunque se ha demostrado que la práctica actual de la ciencia no alcanza estos criterios, frecuentemente se propone que la ciencia es una colección de prácticas que reclaman, o deberían reclamar, una superioridad clara y por lo tanto no problemática sobre las formas de conocimiento y puede por lo tanto producir información confiable y válida en nombre de la verdad. Usando esto como una base de juicio, los sociólogos pueden alinearse entonces con otros expertos que pueden decirnos cuáles son nuestros problemas y qué debemos hacer con ellos.

Esta expectativa nace de una fe en el «cientificismo» que es, como Jürgen Habermas dijo, «la convicción de que no podemos entender más la ciencia como una forma de posible conocimiento, sino que debemos identificar conocimiento con ciencia». La sociología se ve entonces como una forma de manual de «hágalo usted mismo», con sus libros de texto que contienen información infalible acerca de cómo triunfar en la vida, donde el éxito se mide en términos de cómo obtener lo que queremos y cómo saltar por encima de o superar cualquier cosa que se ponga en nuestro camino. Todo modelado por la creencia de que la libertad deriva de la capacidad de controlar una situación y, de ese modo, subordinarla a nuestros propósitos. La promesa del conocimiento pasa a ser entonces su capacidad de decirnos, más allá de cualquier duda, lo qué sucederá, y que esto, a su vez, nos permitirá actuar libre y racionalmente en la persecución de fines particulares. Armados con este conocimiento, los únicos movimientos que se harán serán los que nos garantizan alcanzar los resultados deseados.

Mandar, para una persona, debe significar, de un modo u otro, tentar, forzar o conseguir de alguna forma que otras personas, que son siempre parte de las condiciones sociales, se comporten como para ayudarlas a obtener lo que quieren. Como regla, el control sobre la situación no puede significar sino control sobre otras personas. Tales expectativas se traducen en la creencia de que el arte de la vida involucra cómo se hace para ganar amigos y, a la vez, controlar a las personas. A pesar de que estos objetivos están en franca tensión, la sociología puede encontrar entonces que sus servicios terminan enrolados en los esfuerzos para crear orden y evitar el caos de las situaciones sociales. Como hemos señalado en capítulos previos, esta es una marca distintiva de los tiempos modernos. Explorando las esperanzas, los deseos, las aspiraciones y las motivaciones que modelan la acción humana, se espera que los sociólogos puedan proporcionar información acerca del modo en que las cosas deben arreglarse para deducir la clase de comportamiento que la gente debe mostrar. Esto supone la eliminación de cualquier conducta que el modelo de orden concebido pueda volver inapropiada. Por ejemplo, los administradores de los call centers y las fábricas pueden buscar la ayuda de los sociólogos para obtener mayor productividad de sus empleados; los mandos del ejército pueden pedirles que hagan sondeos y estudios que les permitan establecer más disciplina en las filas o que les revelen información concerniente a los objetivos del enemigo; las fuerzas policiales pueden encargar propuestas para dispersar multitudes y desplegar métodos de vigilancia efectivos; los supermercados pueden enviar a sus agentes de seguridad a cursos pensados para detectar y reducir el hurto en los negocios; las compañías pueden buscar expertise para seducir a potenciales clientes para que compren sus productos, y los responsables de relaciones públicas pueden querer saber cuáles son los mejores métodos para hacer más populares y más elegibles a los políticos haciéndolos aparecer «en contacto» con la gente.

Todas estas exigencias apuntan a lo mismo: los sociólogos deberían dar consejos acerca de cómo combatir los asuntos que ya fueron definidos como problemas por grupos particulares ignorando, o considerando «irrelevantes», explicaciones y soluciones alternativas. Una salida puede consistir en reducir la libertad de algunas personas de modo que sus elecciones resulten restringidas y su conducta controlada de acuerdo con los deseos de los que encargaron el estudio. Hace falta conocimiento para ver cómo transformar a la gente en cuestión de sujetos de su propia acción a objetos de intervención o manipulación. Comprender en términos de las relaciones que existen entre una persona y su entorno queda subordinado entonces a los deseos e imágenes de los que buscan control en primer lugar. Cualquier desviación posterior de esas expectativas puede llegar a requerir formas de control todavía mayores, en lugar de un cuestionamiento de la empresa en general. Por cierto que este último planteo puede considerarse una actitud indulgente que se vería como un lujo frente a «necesidades» planteadas.

Estas expectativas se agregan a la exigencia de que el pensamiento sociológico produzca recetas para el control de la interacción humana. Lo que se manifiesta aquí es el deseo de poseer control sobre los objetos de estudio. Esto, como ya lo vimos en relación con las interacciones entre cultura y naturaleza, tiene una larga historia a través de la cual la última tuvo que convertirse en objeto de intervención de manera que quedara subordinada al deseo y propósito de los que buscaban utilizar los recursos para la mejor satisfacción de sus propias necesidades. Emergió entonces un lenguaje, purificado de intención y enredado de tecnicismos que parecían alejados de la emoción, en el que los objetos de intervención recibían acciones, pero no las generaban ni cuestionaban. Estaban desprovistos de toda relación con un equilibrio general y, de esa manera, compartimentados, eran dóciles a la manipulación para cumplir con fines particulares. Así descrito, el mundo natural se concebía como «gratis para todos»: un territorio virgen que esperaba ser cultivado y transformado según un plan diseñado para convertirse en algo más adecuado para la habitación humana. En ningún momento se plantearon cuestiones de equilibrio, al menos hasta que se reconoció que se estaba cerca del agotamiento, y los resultados de la intervención llevaron a la extinción de especies completas y hábitats vitales. Entre tanto, esperaba su aparición toda una historia sobre las fuentes de energía alternativas y las prácticas disponibles, que quedaban subordinadas a la persecución de fines particulares.

El mundo social puede explorarse con este propósito en la cabeza. Se lo puede estudiar de manera que algunos seres humanos puedan darle la forma que desean y puede así surgir un conocimiento que no sólo explique sino que además justifique este proceso. Durante el proceso la realidad puede ver se como algo resistente a la actividad con un propósito. De esa manera se puede desplegar y cultivar más conocimiento para descubrir cómo puede quebrarse esa resistencia. Entre tanto, levantar cualquier duda con respecto a tal proceso puede verse como un cuestionamiento de una conquista que significó la emancipación de la humanidad de las restricciones y el manifiesto acrecentamiento, por así decirlo, de la libertad colectiva. Por supuesto, este puede ser el resultado en algunas áreas de actividad, pero la supuesta neutralidad de este modelo de producción de conocimiento está desprovista de los mismos factores que hacen que una vida humana tenga un propósito y una significación, es decir, las dimensiones éticas y morales de nuestra existencia.



   Sociología: tres estrategias para salir de las sombras

Cualquier disciplina que busque legitimidad en un contexto como el expuesto debe tratar de adelantarse a este modelo de producción de conocimiento. Cualquier clase de conocimiento que aspire a obtener reconocimiento público a través de un lugar en el mundo académico y una participación en los recursos públicos debe probar que puede ofrecer un modelo con igual utilidad. Encontramos pues que, aunque el rol de arquitectos o constructores del orden social, no se cruzó por la cabeza de los primeros sociólogos (sí en la de algunos), y aunque lo único que querían era comprender más plenamente la condición humana, cuando trataban de construir la disciplina de la sociología apenas pudieron evitar la concepción dominante de lo que se consideraba «buen conocimiento». Por lo tanto, en algún momento precisaron una construcción y una demostración de que la vida humana y la actividad humana podían estudiarse bajo las mismas condiciones. No sorprende pues que consideraran de su incumbencia probar que la sociología podía elevarse a un estatus tal que se la reconociese como una actividad legítima en los términos ya expresados.

En las instituciones donde tenía lugar la lucha por el reconocimiento disciplinar, encontramos que el discurso sociológico tomaba una forma particular, con el esfuerzo por acomodar la sociología al discurso del cientificismo como tarea de honor en las preocupaciones de sus participantes. Entre estas podemos discernir estrategias que eran una interpretación y una respuesta a estas nuevas demandas. No estamos sugiriendo que estas agoten la diversidad de perspectivas sociológicas que se ofrecen corrientemente. Estamos diciendo, no obstante, que los elementos de las tres que estudiamos a continuación han convergido para modelar y formar la dinámica de la sociología tal como está constituida actualmente y las expectativas sobre su conocimiento que tiene la gente.

Nuestra primera estrategia se refiere a una replicación de la empresa científica tal como la plantean estas expectativas dominantes. Nuestro líder es aquí un pensador cuyo legado intelectual aún no se ha terminado de asimilar, dadas no sólo la amplitud y profundidad de sus intereses sino la relación entre sus escritos y el contexto social en que se encontraba Émile Durkheim buscaba nada menos que una base para la sociología, en el seno de un conjunto unido de disciplinas sociales que buscaba proporcionar una base racional, sistemática y empírica para la religión civil de la sociedad. En el proceso, perseguía un modelo de ciencia que se caracterizaba en primer lugar y sobre todo por su capacidad para tratar el objeto de estudio como estrictamente separado del sujeto que lo estudiaba. El sujeto fija su mirada entonces en un objeto que está «allá afuera», que puede ser observado y descrito con un lenguaje neutral e imparcial. Desde este punto de vista las disciplinas científicas no difieren en su método, sino en su atención a distintas áreas de la realidad. El mundo se divide así en parcelas, cada una de las cuales es investigada por una disciplina científica que traza límites alrededor de su objeto de curiosidad. Los investigadores emplean la misma clase de herramientas y dominan la misma clase de destrezas técnicas cuando están comprometidos en una actividad sujeta a las mismas reglas metodológicas y los mismos códigos de comportamiento. Entonces se arroja una mirada científica sobre cosas que están separadas de sus actividades y simplemente están ahí, esperando ser observadas, descriptas y explicadas. Lo que señala los límites de las disciplinas científicas es simplemente la división del territorio de investigación, con cada disciplina haciéndose cargo de su «colección de cosas».

La sociología, de acuerdo con este modelo, es como un explorador marino, buscando descubrir un terreno sobre el cual nadie haya reclamado aún soberanía. Durkheim lo encontró en los hechos sociales. Estos son fenómenos colectivos irreductibles a cualquier persona individual. Como convicciones compartidas y patrones de conducta pueden ser tratados como cosas a estudiar de una manera objetiva, distanciada. Estas cosas aparecen a los individuos como una realidad resistente, pertinaz e independiente de su voluntad. No necesariamente se las puede reconocer, ni necesariamente se quiere que desaparezcan. En ese sentido, replican las características del mundo físico, tal como una mesa o una silla pueden ocupar una habitación. Ignorarlas equivale a asumir que uno puede ignorar la ley de gravedad. En este sentido, transgredir una norma social puede resultar en sanciones punitivas como recordatorio de que no se debe transgredir lo que ninguna persona puede alterar.

Podemos decir, por lo tanto, que los fenómenos sociales, aunque obviamente no existirían sin los seres humanos, no residen dentro de los seres humanos como individuos sino fuera de ellos. Junto con la naturaleza y sus leyes inviolables constituyen una parte vital del entorno objetivo de cualquier ser humano. No tendría sentido estudiar esos fenómenos sociales simplemente preguntando a las personas que están sujetas a su fuerza. La información sería azarosa, parcial e inconducente. Se les puede preguntar, en cambio, sobre sus reacciones al entorno para ver cómo los cambios en esas situaciones pueden mejorar la conducta, o ser indicativas de las fuerzas que residen en el entorno mismo.

En un importante aspecto, y Durkheim coincidía en esto, los hechos sociales difieren de los hechos naturales. La conexión entre violar una ley de la naturaleza y el daño que sigue a la violación es automática: no fue introducida por acción del hombre (o, para el caso, por designio de nadie). La conexión entre violar la norma de la sociedad y los sufrimientos de los que la han quebrantado es, por el contrario, «de factura humana». Determinada conducta se castiga porque la sociedad la condena y no porque la conducta misma haga daño a quien la comete (por ejemplo, robar no le hace mal al ladrón y puede incluso serle beneficioso; si el ladrón sufre como consecuencia de sus acciones, es sólo porque los sentimientos sociales militan contra el robo). Esta diferencia, no obstante, no distrae del carácter «de cosa» que tienen las normas sociales ni de la viabilidad de su estudio objetivo. Ese aspecto de cosa de los hechos sociales y no los estados de ánimo o las emociones de los individuos (tal como los estudian con avidez los psicólogos) ofrecen una explicación genuina de la conducta humana. Tratando de describir correctamente y explicar la conducta humana, los sociólogos se permitieron (y exhortaron a que así se hiciera) pasar por alto la psiquis individual, las intenciones y los significados privados de que sólo los propios individuos pueden dar cuenta, para concentrarse, en cambio, en el estudio de fenómenos que podían observarse desde afuera y que, muy probablemente, parecerían los mismos a cualquier observador.

Una estrategia muy diferente es perseguir un estatus científico, pero sin replicar prácticas existentes. Podemos denominar a esto reflexión y modificación. Asociada principalmente con la obra de Max Weber, rechaza la idea de que la sociología debería imitar desinteresadamente las prácticas de las ciencias físicas. Se propone, en cambio, que la práctica sociológica, sin perder la precisión que se espera del conocimiento científico, debería ser tan diferente de la de las ciencias naturales como la realidad humana investigada por la sociología lo es del mundo estudiado por las ciencias de la naturaleza. Es esta realidad la que debería guiar a la sociología que, como disciplina, debería ser sensible a los cambios que tienen lugar dentro de las sociedades como un todo.

La realidad humana es diferente del mundo natural porque las acciones humanas son significativas. La gente tiene motivos y actúa para alcanzar los fines que se plantea, y esos fines explican sus acciones. Por esta razón, las acciones humanas, a diferencia de los movimientos espaciales de los cuerpos físicos, deben ser comprendidas más que explicadas. Más precisamente, explicar las acciones humanas significa comprenderlas en el sentido de atrapar los significados con que las invisten los actores. Que las acciones humanas son significativas es el fundamento de la hermenéutica . Se trata de la teoría y práctica de una «recuperación del significado» que está embutido en los textos literarios, las pinturas o cualquier otro producto de un espíritu humano creativo. Para comprender su significado, los intérpretes del texto deben ponerse en el «lugar» del autor: es decir, ver el texto a través de los ojos del autor y pensar los pensamientos del autor. Después deben ligar las acciones del autor con la situación social en la que se encuentran.

El círculo hermenéutico —desde la particularidad de las experiencias del autor y sus escritos hasta el contexto histórico general en que escribió— no depende de un método uniforme que cualquier persona pueda aplicar con igual éxito, sino de los talentos de un intérprete en particular. Si los distintos intérpretes muestran interpretaciones drásticamente diferentes, uno puede elegir una de las propuestas en competencia porque es más rica, más perceptiva, más profunda, más agradable estéticamente o más satisfactoria por algún motivo, que las demás. Está claro que este conocimiento no proporciona el sentido de certidumbre que viene con el deseo de moldear orden en nombre de un poder que exige prescripciones no ambiguas. A pesar de estas diferencias, no obstante, Weber seguía sosteniendo que la sociología podía alcanzar una base «científica».

No todas las acciones humanas pueden ser interpretadas de esta manera. Como hemos visto, gran parte de nuestra actividad es o bien tradicional o bien afectiva en el sentido en que está guiada por hábitos o emociones. En ambos casos la acción es no reflexiva. Cuando, por ejemplo, actuamos por enojo o seguimos una rutina, no calculamos nuestras acciones ni perseguimos fines particulares. Las acciones tradicionales y afectivas están determinadas por factores que se hallan fuera de nuestro control directo y pueden ser comprendidas mejor cuando se señala su causa. Lo que requiere una comprensión de significado antes que una explicación causal son las acciones racionales porque son calculadas, controladas y orientadas conscientemente hacia los fines planteados (las acciones «para»). De esa manera, mientras las tradiciones son múltiples y las emociones son completamente personales e idiosincráticas, las razones que desplegamos para medir nuestros fines contra los medios que elegimos para alcanzarlos son comunes a todos los seres humanos. Podemos entonces extraer el significado de una acción observada no tratando de adivinar qué podía haber estado pasando por la cabeza del actor sino comparando la acción con un motivo que le da sentido y de esa manera vuelve la acción inteligible.

De esta manera Weber sostiene que una mente racional puede reconocerse en otra mente racional. Más aun, que en tanto las acciones bajo estudio sean racionales, en el sentido de ser calculadas y estar orientadas por un propósito, pueden ser comprendidas racionalmente aceptando un significado, no una causa. Por lo tanto, el conocimiento sociológico tiene una clara ventaja sobre la ciencia ya que no sólo puede describir sino también comprender sus objetos. Por muy explorado que esté el mundo descrito por la ciencia, sigue careciendo de significado, pero la sociología, en el proceso de sus descubrimientos, redescubre el significado de la realidad.

Existe una tercera estrategia que no es la replicación, ni la reflexión y la modificación, que puede caracterizarse como demostración por efecto. El objetivo aquí es mostrar que la sociología tiene aplicaciones prácticas directas y efectivas. Fueron los pioneros de la sociología en los Estados Unidos los que tendieron a perseguir este fin. ¿Por qué? Porque Estados Unidos es un país prominente por su marco mental pragmático y por visualizar el éxito práctico como el criterio supremo de valor y, en última instancia, de verdad. Como dijera el filósofo pragmatista William James, «Es evidente que nuestra obligación de reconocer la verdad, lejos de ser incondicional, está tremendamente condicionada». Con tales argumentos en mente, la investigación sociológica puede proporcionar conocimientos cuyos resultados sean juzgados por aquellos que persiguen fines particulares. En este sentido puede emplearse para «manipular» la realidad y cambiarla de manera que concuerde con las necesidades e intenciones cualesquiera sean y como sea que hayan sido definidas y seleccionadas.

Desde el principio vemos que esta estrategia le da a la sociología un costado práctico en su misión de diagnóstico social. Sus percepciones se fueron afinando en el estudio de problemas sociales reconocidos como el de la creciente criminalidad, la delincuencia juvenil y el comportamiento pandillero, el alcoholismo, la prostitución, el debilitamiento de los lazos familiares, etcétera. De esa manera la sociología basó su reclamo de reconocimiento social en la promesa de ayudar en la administración de los procesos sociales. La sociología se pone entonces al servicio de la construcción y mantenimiento del orden social y se la ve compartir las preocupaciones de los administradores sociales, cuya tarea era manejar la conducta humana. Los servicios de los sociólogos pueden entonces desplegarse para paliar antagonismos y prevenir conflictos en fábricas y minas; para facilitar la adaptación de los jóvenes soldados a las tediosas unidades del ejército; para promover nuevos productos comerciales; para rehabilitar a excriminales y para aumentar la eficacia de las previsiones de bienestar social.

Esta estrategia se acerca muchísimo a la fórmula del filósofo Francis Bacon: «dominar la naturaleza sometiéndose a ella». Vemos aquí una mezcla de verdad con utilidad, información con control y conocimiento con poder. Somos testigos también del juicio del conocimiento sociológico de acuerdo con los beneficios prácticos que puede llevar al manejo del orden social. De manera que nos encontramos, una vez más, enfrentando la idea de que la sociología proporciona soluciones a problemas ya visualizados y articulados por los técnicos del orden. La sociedad puede verse así desde arriba, como un objeto de manipulación que produce material resistente cuyas cualidades intrínsecas deben conocerse mejor para así hacerlo más maleable y receptivo a la forma final que se desea.

Las tensiones en el interior de estas expectativas de conocimiento sociológico vuelven siempre en una forma que busca cuestionar su estatus. Esto no es sorprendente, ya que la fusión de intereses sociológicos y administrativos sigue en el centro de los que conciben las relaciones humanas en forma instrumental. La justificación del conocimiento parece radicar entonces en su aplicación de acuerdo con intereses rigurosamente definidos. Sin embargo, como con las críticas que se hicieron de los primeros pioneros de la sociología estadounidense, para una disciplina definir su éxito en términos de requerimientos de servicios por parte de los poderosos es, por defecto, ignorar los valores alternativos, y también establecer límites muy estrechos a la investigación. Lo que se clausura entonces es una comprensión de visiones alternativas potenciales de las relaciones sociales, así como las posibilidades de cambio que se hallan en todos los acuerdos contemporáneos.

Los críticos de esta tercera estrategia han señalado que seguirla equivale a tomar partido por la actual asimetría del poder social y prestarle apoyo activo. Después de todo, no cualquiera puede usar conocimiento construido desde la perspectiva de los gerentes, ya que su aplicación demanda recursos que sólo los poderes gerenciales pueden desplegar. De esa manera la sociología acrecienta el control de los que ya tienen el control y mejora las apuestas de aquellos que ya gozan de una buena mano. Se es útil así a las causas de la desigualdad, las diferencias y la injusticia social.

Por esas razones, la sociología mueve a la controversia. Se convierte en objetivo para la ambivalencia dentro de la sociedad y su trabajo queda sometido a presiones que no tiene el poder de reconciliar. Lo que una parte puede pedir que realice la sociología, la otra parte puede verlo como una abominación y decidirse a resistirlo. Por lo tanto, las expectativas en conflicto están forzadas a informar su práctica, por muy evidentes que sean los rigores de su metodología, sus métodos y el refinamiento de sus percepciones teóricas. De manera que puede caer presa de los conflictos sociales reales que forman parte de las tensiones, la ambivalencia y las contradicciones de la sociedad en su conjunto. La sociología, al suscitar cuestiones sociales a través de la investigación sistemática, puede verse usada como un blanco conveniente, que desplaza la necesidad de un debate y una acción serios. Sin embargo, volvamos ahora nuestra mirada hacia la sociedad en sí para buscar una comprensión para este estado de cosas.


   TENSIONES SOCIALES, FORMAS DE VIDA Y OBJETIVOS SOCIOLÓGICOS

Podemos ver esto como el resultado del proyecto de racionalización que es inherente a la sociedad moderna, con la racionalidad presentándose a si misma como una espada de doble filo. Por un lado, asiste claramente en el proceso de obtener más control sobre las acciones. El cálculo racional (como hemos visto) modela acciones de la manera más apropiada para fines seleccionados y de esa manera incrementa su eficacia de acuerdo con criterios seleccionados. En un sentido general, parece que los individuos racionales tienen más probabilidades de alcanzar sus fines en comparación con los que no planean, no calculan ni monitorean sus acciones. Colocada al servicio del individuo, la racionalidad puede incrementar el alcance de la libertad personal. Pero hay también otro lado de la racionalidad. Aplicado al entorno de la acción individual —a la organización de la sociedad en su conjunto—, el análisis racional puede servir para limitar las elecciones o reducir el espectro de medios que pueden utilizar los individuos para perseguir sus fines. Por lo tanto, puede restringir la libertad individual. La sociología refleja esta tensión, a la vez que proporciona los medios para entender mejor sus efectos y de esa manera dirigir más eficazmente los asuntos y los problemas que suscita en la sociedad moderna. Como escribió Marshall McLuhan en relación con las nuevas tecnologías, si comprendemos los modos en que están transformando nuestras vidas, «podemos anticiparnos y controlarlas; pero si continuamos en nuestro trance subliminal autoinducido seremos sus esclavos».

Dadas estas presiones, y a pesar del evidente rigor metodológico de Weber y Durkheim, ambos mostraban preocupación por la libertad. Durkheim era crítico de un utilitarismo modelado por los cálculos destinados a maximizar los fines de los actores individuales. ¿Cómo podría esto proporcionar una base social para la felicidad y la satisfacción individuales?, se preguntaba. Weber también estaba preocupado por esos valores que estaban en el meollo de la condición humana, pero que se encontraban cada vez más sujetos al cálculo de la racionalidad instrumental. Del mismo modo, Robert Park, uno de los primeros pioneros de la sociología en los Estados Unidos, escribió acerca de cómo nuevas formas de comunicación creaban asociaciones que no sólo intensificaban la competencia entre personas, sino que también acarreaban el potencial de aumentar la comprensión.

En nuestros días se manifiestan estas mismas preocupaciones. De esa manera oímos que la confianza es fundamental para las relaciones humanas, pero a menudo se ve socavada por los cálculos de los negocios globales que manejan poder y riqueza equivalentes a los de algunas naciones y, sin embargo, siguen siendo democráticamente irresponsables. Para ellas cualquier resistencia a intrusiones en la forma de vida puede ser simple manifestación de los impedimentos locales para realizar sus objetivos globales. También oímos alabar los valores de la comunidad y su importancia para la solidaridad social. Sin embargo, como hemos visto en nuestro viaje, esto a menudo se traduce en una actitud defensiva hacia el «otro». Como señala Richard Sennett, los aspectos más importantes de la arquitectura de la comunidad se convierten en «los muros contra un orden económico hostil». Como resultado, para parafrasear a Paul Virilio, la política se liga entonces con una libertad del miedo, en tanto la seguridad social pasa a estar asociada con el derecho a consumir.

Lo que vemos aquí es el despliegue de recursos acordes con la realización de fines determinados y actividades de demarcación de límites como respuesta a las condiciones sociales. Ambos están, a su vez, modelados por conocimientos que son visiones que contienen interpretaciones del mundo. El conocimiento, en este sentido, no refleja simplemente las cosas como son por sí mismas, como se cree a menudo. Por el contrario, filtra, ordena y compartimenta en receptáculos en la forma de categorías, clases y tipos. Cuanto más conocimiento tenemos, más cosas vemos y mayor es el número de cosas que distinguimos en el mundo. Estudiar el arte de la pintura, por ejemplo, nos lleva a ver «rojo» en un cuadro, pero diferentes formas de rojo como el rojo de Adrianópolis, el rojo fuego, el rojo eléboro, el rojo indio, el rojo japonés, el carmín, el carmesí, el rubí, el escarlata, el rojo cardenal, sangre, bermellón, damasco, el rojo Nápoles, el rojo pompeyano, el rojo persa, etcétera. La diferencia entre el ojo entrenado y el no entrenado se manifiesta en el poder de discernir y explorar de una manera metódica.

En todos los campos, la adquisición de conocimiento consiste en aprender cómo hacer nuevas discriminaciones. En el proceso lo uniforme se vuelve discreto, se hacen distinciones más específicas y clases amplias son divididas en clases más pequeñas, de manera que la interpretación de la experiencia se vuelve más rica y más detallada. A menudo oímos que la gente educada se puede medir por la riqueza de vocabulario que despliega en sus discriminaciones y distinciones. Las cosas pueden ser descritas como «ricas» pero luego elaboradas en términos de ser deleitosas, sabrosas, deliciosas, amables, apropiadas y gustosas o «hacer bien». Sin embargo el lenguaje no viene a la vida desde «afuera» para informar experiencias y acontecimientos que ya han sucedido. La lengua está en la vida y la refleja desde el principio. Como dijo Pierre Bourdieu, «los usos sociales de la lengua deben su valor social específico al hecho de que tienden a organizarse en sistemas de diferencias» y estos, a su vez, reproducen «el sistema de las diferencias sociales».

A partir de esto podemos decir que la lengua es una forma de vida, y que toda lengua —el inglés, el chino, el portugués, la lengua que habla la clase media y la que hablan los trabajadores, el lenguaje «elegante», el argot del submundo, la jerga de las bandas adolescentes, la lengua de los críticos de arte, de los marineros, de los físicos nucleares, de los cirujanos o de los mineros— es una forma de vida. Cada lengua trae consigo su mapa del mundo y un código de comportamiento. Dentro de cada forma de vida, el mapa y el código se entrelazan. Podemos pensar en ellos de manera separada, pero en la práctica no podemos separarlos. Las distinciones que se hacen entre los nombres de las cosas reflejan nuestra percepción de la diferencia en sus cualidades. Al mismo tiempo, nuestro reconocimiento de la diferencia en cualidad refleja la discriminación que hacemos en nuestras acciones hacia ellos y las expectativas de donde derivan nuestras acciones. Recordemos una observación que ya hicimos: comprender es saber cómo seguir y, si sabemos cómo seguir, hemos entendido. Es precisamente esta superposición, esta armonía entre ambos —el modo en que actuamos y el modo en que vemos el mundo— lo que nos hace suponer que las diferencias están en las cosas mismas.

Hay una tranquilidad y una certidumbre que acompañan las discriminaciones que se emplean corrientemente al servicio de la comprensión diaria. Como hemos señalado, hay una riqueza en esta forma de comprender y los sociólogos han explorado esto con extraordinaria percepción. En el proceso, hacen manifiesto lo latente. En alguna medida, la práctica misma debe ser indiferente a las condiciones de su posibilidad en el curso normal de los acontecimientos. Sin esto, ¿cómo podríamos actuar si pasáramos todo nuestro tiempo pensando en nuestras acciones y su relación con las condiciones de que somos parte? Actuar así sería una receta para la inacción y la incertidumbre. No obstante, las formas de vida que permiten esto no se eliminan una a la otra simplemente. La comprensión sociológica no trata simplemente acerca de cómo seguimos adelante con la vida, sino acerca de cómo nuestras vidas se ligan con las de otros aun si, en el curso normal de los acontecimientos, no parecería ser ese el caso. Las acciones pueden basarse en información local, pero tienen el potencial de verse transportadas y representadas de maneras que cruzan las fronteras.

Esto es exactamente lo que los ejércitos de los que comercializan bienes y servicios hacen en nombre del consumo. Las fronteras entre formas de vida se encuentran entonces sujetas a imágenes y posibilidades que vienen de diferentes medios y, como hemos visto durante nuestra gira guiada, tienen diferentes efectos. La forma de comprensión resultante no puede interpretarse como proviniendo simplemente de «adentro» en el sentido de sumar al fondo de conocimiento local materiales para saber cómo seguir adelante en una forma de vida. Estas no son simplemente instancias ratificadoras de un nuevo conocimiento que puedan incorporarse sin problemas a nuestras vidas, sino que representan interpretaciones que pueden hacernos demandas y exigirnos un reconocimiento de un modo que, por defecto, reconocemos como propio. Comprender en esta forma es saber que nuestras distinciones no son las únicas que existen. De modo que no estamos separados unos de los otros por muros impermeables dentro de los cuales podamos, sin problemas, hacer inventarios de los contenidos y sus propietarios.

Una reacción a este estado de cosas (como hemos visto) consiste en recurrir a reforzar las fronteras empleando mayores medios para asegurarse de que los muros sean impermeables a la influencia de afuera. No obstante, en tanto las formas de vida pueden ser ordenadas y compartir patrones de conducta, a menudo se sobreimponen una a la otra, se superponen y pelean por áreas selectas de la experiencia de vida total. Son, por así decirlo, diferentes selecciones y arreglos alternativos de las mismas porciones del mundo total y los mismos ítems sacados del fondo común. En el curso de un día nos movemos a través de muchas formas de vida, sin embargo, adonde fuera que vayamos, llevamos un trozo de otras formas de vida con nosotros. En cada forma de vida por la que pasamos a lo largo de nuestras vidas compartimos conocimiento y códigos de comportamiento con una serie diferente de personas y cada una de ellas posee una combinación de las formas de vida de las que ella o él forman parte.

Por estas razones ninguna forma de vida es «pura» y, como demostró la historia en tantas ocasiones, los intentos de purificación llevan a resultados catastróficos. Nuestro ingreso en las formas de vida no es, no obstante, un proceso pasivo que tuerce y moldea nuestras identidades y destrezas para que se conformen a una serie de reglas rígidas. Somos a la vez coautores y actores en la vida social, de manera que cuando entramos en distintas formas de vida, a la vez las utilizamos y cambiamos trayendo con nosotros otras formas de vida. Estas, a su vez, orientan nuestras acciones y modelan nuestro juicio y nuestras decisiones, pero pueden no ser apropiadas para los nuevos escenarios. Cada acto de entrada es por lo tanto creativo y transformacional. El ojo sociológico entonces se dirige a preguntas como ¿basta qué niveles?, ¿en qué medida?, ¿por qué razones y utilizando qué recursos?, y ¿con qué consecuencias?

Esta es la razón por la cual siempre aparecen problemas de comprensión, junto con sentimientos de confusión, amenaza y posibles quiebres en la comunicación, porque son parte de la condición humana. Ignorar esto para cerrar el orden social es ignorar un aspecto central del proceso de comprensión en el que los significados sufren una transformación sutil pero constante e inevitable. Podemos decir que el proceso de comunicación —aquella acción que apunta a lograr la comprensión conjunta— evita que cualquier forma de vida se vuelva estática. Pensemos en los remolinos de un arroyo. Cada uno parece poseer una forma constante y de esa manera se mantiene durante un lapso prolongado. Sin embargo (como sabemos) no puede retener una sola molécula de agua por más de unos pocos segundos de modo que su sustancia se mantiene en un permanente estado de flujo. Si bien resulta tentador pensar que esta es una debilidad del remolino y que sería mejor, para su «supervivencia», que el flujo de agua del río se detuviera, recuérdese que esto significaría la «muerte» del remolino. No puede conservar su forma o su figura como una identidad separada y persistente sin el constante ingreso y egreso de más y más agua. ¡Recuérdese, también, que el agua misma lleva diferentes ingredientes!

Las formas de vida, como los remolinos, se mantienen vivas precisamente porque son flexibles, están en permanente flujo y son capaces de absorber nuevo material y descartar lo que ya no les parece útil. Esto significa, no obstante, que las formas de vida morirían si se volvieran cerradas, estáticas y repelentes al cambio. No sobrevivirían a la codificación final y a la precisión que provocan los intentos de codificación. Para decirlo de otra manera, las lenguas y el conocimiento en general requieren ambivalencia para mantener se vivos, para retener cohesión, para ser útiles. A pesar de esto, sin embargo, los poderes a los que les concierne el ordenamiento de la realidad no pueden ver esta misma ambivalencia sino como un obstáculo para sus objetivos. Tienden a tratar de congelar el remolino, de impedir todo ingreso inoportuno en el conocimiento que controlan y de sellar la «forma de vida» sobre la que desean asegurar se el monopolio.

Las preocupaciones por el orden sostenidas por visiones limitadas de la vida social conducen a la busca de conocimiento no ambiguo. La expectativa es que este conocimiento sea exhaustivo y final, y sirva también como una justificación para acciones siguientes. Las alusiones a su neutralidad pueden así aliviar a quienes lo aplican del peso del juicio, pero no mantenerlos a la altura de esos ideales ya que los efectos estarán ahí para que todos los vean. Querer ejercer el control total sobre una situación significa luchar por construir un mapa claramente definido en el que el significado se limpie a través de la purificación de la ambigüedad y todos los lazos liguen a los que constituyen la forma de vida. En un determinado terreno surgirán diferentes estrategias de acuerdo con el puesto que ocupan las personas en el orden de las cosas. Por un lado, podemos encontrar aceptación en virtud de prácticas que aún no fueron cuestionadas. Esto permite (como hemos señalado) una disposición que modela las acciones en la vida diaria. Por otro lado, los que no están acostumbrados a los modos de pensar aceptados que entran en estas relaciones trayendo otras formas de vida pueden encontrar, por defecto, que están cuestionando y por lo tanto perturbando los modos aceptados. Pueden cuestionarse a sí mismos en el proceso, pero sus acciones también pueden tener un efecto transformador en la forma de vida misma.

Los esfuerzos resultantes por preservar la ortodoxia, y de esa manera prevenir o eliminar la herejía, tienen el control sobre la interpretación como su objetivo. El poder en cuestión busca ganar el derecho exclusivo a decidir cuál de las posibles interpretaciones debe elegirse y adoptarse como la verdadera. La búsqueda de un monopolio del poder se manifiesta lanzando a quienes proponen alternativas al rol de disidentes, y se ve acompañada por una intolerancia que puede ejemplificarse en la persecución. Desde este punto de vista cualquier disciplina que busca algo diferente de la producción de conocimiento con fines de control se convertirá en blanco del ataque de los que tienen su inversión hecha en el orden de cosas establecido.

   SOCIOLOGÍA y LIBERTAD

La sociología produce un sentido de comprensión que podemos llamar interpretativo-relacional. No se contenta con ver las cosas aisladas porque no es así como se da la vida social. Debido a esto, no se adecua a las demandas de «clausurar» lo que no está, ni podría estar, sellado herméticamente a la influencia del afuera. La sociología es un extenso análisis de las experiencias que surgen en las relaciones sociales y es una interpretación de esas experiencias en relación con otras y con las condiciones sociales en que la gente se encuentra. Esto no quiere decir que posea un monopolio de sabiduría con respecto a esas experiencias, aun cuando indudablemente las enriquece ayudándonos a comprendernos mejor a través de otros y junto con otros. Si hay un pensamiento que amplíe nuestro horizonte de comprensión porque este no se satisface con la exclusividad y la integridad que proviene de cualquier interpretación única, ese es el pensamiento sociológico. También pone de manifiesto el costo de los intentos por instalar una situación de ese tipo.

Esto está lejos de sugerir que la sociología no es «práctica». Al ensanchar el espectro de nuestra comprensión, es capaz de poner en foco cosas que de otro modo pasarían desapercibidas en el curso normal de los acontecimientos. Estas incluyen una pluralidad de experiencias y formas de vida y cómo cada una exhibe y despliega sus formas de conocimiento, demostrando a la vez que no se puede ser una unidad autocontenida y autosuficiente. Muy sencillamente, estamos ligados unos a los otros, aunque en formas diferentes. Este es el desafío de pensar sociológicamente, porque no detiene sino que facilita el flujo y el intercambio de experiencias.

Para algunos esto significa que la sociología le hace el juego a la ambivalencia porque no se une a los que buscan «congelar el flujo» en la persecución de fines limitados. Acercándose a ella de esta manera puede vérsela como parte del problema no la solución. Sin embargo, si una sociedad desea seriamente aprender, puede dar lugar a una forma de conocimiento que nos equipe mejor para enfrentar el futuro. El gran servicio que la sociología está bien preparada para rendir a la vida humana y a la cohabitación humana es la promoción de la comprensión mutua y la tolerancia como condición principal de la libertad compartida. Debido a la forma de conocimiento que despliega, el pensamiento sociológico no puede sino promover la comprensión que da nacimiento a la tolerancia y la tolerancia que hace posible la comprensión. Como hemos sugerido a lo largo de este libro, el modo en que visualizamos los problemas influirá en las que se vean como las soluciones apropiadas. Entre nuestras expectativas para el futuro y las experiencias obtenidas del pasado y del presente, queda un espacio que pensar sociológicamente ilumina y del que podemos aprender más acerca de nosotros mismos, los otros y las relaciones entre nuestras aspiraciones, nuestras acciones y las condiciones sociales que creamos y habitamos. La sociología es por lo tanto central en la empresa de comprendernos mejor.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR Y SEGUIR LEYENDO

Nuestra intención en esta sección es proporcionar una estructura para discusiones de seminarios, grupos de lectura, o para los individuos que hayan leído el libro y quieran explorar más los asuntos suscitados aquí. Con ese fin proponemos una serie de preguntas para cada capítulo, junto con sugerencias de lectura. Estas deben necesariamente ser selectivas cuando se trate de áreas de interés que han generado una considerable cantidad de bibliografía. Después de todo, la sociología es una disciplina dinámica que está constantemente produciendo nuevos estudios. Esto no es sorprendente si se tiene en cuenta que nuestras vidas están cambiando de diferentes maneras y en diferentes momentos. Hemos seleccionado estos libros considerando los tópicos que cubren y los asuntos que hemos examinado en los distintos capítulos. Como resultado, no son siempre los libros más fáciles, pero esperamos que puedan demostrar que son lo bastante interesantes para impulsar el pensamiento sobre asuntos sociales medulares.

Cuando considere estos textos y los lea, no se sienta deprimido o caiga en la tentación de huir. El conocimiento sociológico puede parecer abrumador pero encontrará que el esfuerzo bien vale la pena y que sin duda no está más allá de sus posibilidades. Por otra parte, hay publicaciones sociológicas específicamente producidas para ayudarlo y otras que se mueven en el cuerpo principal del conocimiento sociológico. Note que la lectura puede ser un ejercicio pasivo en el que el lector actúa como recipiente del texto y no se compromete con él criticando, analizando, cruzando referencias y trayendo otros conocimientos anteriores y otras experiencias al texto. Es por esto que usted debería leer usando un «estilo interrogativo», en el que uno se «compromete» con el texto y constantemente le hace preguntas, poniendo la cabeza en los objetivos de su lectura. Hemos producido las preguntas para asistirlo en este proceso, pero sus habilidades interrogativas se desarrollarán marcadamente a medida que vaya acumulando una creciente profundización y un creciente ensanchamiento del conocimiento. Sólo nos queda decir que esperamos que haya disfrutado del viaje sociológico, que continúa.

 

   INTRODUCCIÓN

   Preguntas para, reflexionar

  
    ¿Cree usted que puede haber una ciencia del sentido común y/o una mirada de sentido común sobre la ciencia?

    Si se le pidiera que definiese la disciplina de la sociología en no más de dos oraciones, ¿qué diría y por qué?

    ¿Cuáles son los beneficios y las trampas de la «desfamiliarización»?

    El sentido, ¿es «común»?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Berger, P. L. y Kellner, H. (1982)

     Sociology reinterpreted: An Essay on Method and Vocation (Harmondsworth: Penguin) (La reinterpretación de la sociología, Madrid: Espasa-Calpe, 1985). Este libro, que continúa el anterior Invitation to Sociology (Introducción a la, sociología. Una perspectiva, humanista. México: Limusa, 1989), examina tópicos tales como la libertad y la «cientificación» de la vida social.

     Giddens, A. (2001)

     Sociology, 4.a ed. (Cambridge: Polity) (Sociología, Madrid, Alianza, 2002). Un panorama amplio y general de la sociología.

     May, T. (2001)

     Social Research: Issues, Methods and Process, 3.a ed. (Buckingham: Open University Press). Como no hemos examinado métodos de investigación este libro proporciona un recorrido por los métodos y las perspectivas empleadas en la investigación social para quienes se interesen en estas áreas.

     Mills, C. W. (1970)

     The Sociological Imagination (Harmondsworth: Penguin; publicado originariamente en 1959) (La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica: México, 1987). Aunque tiene ya muchos años sigue siendo un clásico sociológico y el último capítulo anticipa el tema de la «ambivalencia».
 

 

   CAPÍTULO 1

   Preguntas para reflexionar

  
    ¿Cuáles son sus objetivos en la vida y de qué medios dispone para tener acceso a ellos?
¿Cuáles son sus grupos de referencia en su vida y cuál es la relación entre sus acciones y las expectativas de ellos?

    ¿Cómo entiende la relación entre libertad y dependencia?

    ¿Cuál diría usted que son las relaciones entre familias, comunidades y organizaciones y cómo afectan estas los objetivos que usted se plantea para usted mismo y si son alcanzables o no? Considere esto en relación con los «Criterios de relevancia».
 

   Lecturas sugeridas

  
     Bauman, Z. (1988)

     Freedom (Milton Keynes: Open University Press) (Libertad, Madrid, Alianza, 1992). Este estudio considera las cuestiones tratadas en este capítulo.

     Griffiths, M. (1995)

     Feminisms and the Self: The Web of Identity (London: Routledge). Las ideas sobre identidad son consideradas en relación con pertenencia, autenticidad, política y autobiografía

     Mead, G. H. (1964)

     Selected Writings: George Herbert Mead, editado por A. J. Reck (Chicago: University of Chicago Press). Una colección de los escritos originales de Mead que vale la pena leer directamente en lugar de a través de otras fuentes.

     Skeggs, B. (1997)

     Formations of Class and Gender, Becoming Respectable (London: Sage). Un estudio sociológico que rastrea la vida de mujeres y cómo luchan por alcanzar su identidad social.
 

 

   CAPÍTULO 2

   Preguntas para reflexionar

  
    Las fronteras entre el «nosotros» y el «ellos» hacen al mantenimiento de la identidad vía la distinción. ¿Cómo sucede esto y con qué consecuencias para el modo en que vemos a los otros y nos vemos nosotros mismos?

    ¿Hay un «todos juntos» o un «lazo común» que comparta toda la humanidad en su conjunto?

    ¿Qué prácticas de segregación y acreditación distingue usted en la ciudad? ¿Se consideraría un beneficiario o una víctima de estas prácticas y por qué?

    ¿Qué significaba Erving Goffman con «desatención civil» y cómo se manifiesta?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Bourdieu, P. et al. (1999)

     The Weight of the World Social Suffering in Contemporary Society, traducido por P. P. Ferguson, et al. (Cambridge: Polity) (La Miseria del mundo, Buenos Air es: Fondo de Cultura Económica de Argentina, 1999). Un estudio basado en investigaciones empíricas detalladas, llevadas adelante a lo largo de varios años acerca de cómo enfrenta la gente su vida cotidiana.

     Frisby, D. y Featherstone, M. (eds.) (1997)

     Simmel on Culture Selected Writings (Thousand Oaks, Calif.: Sage). Simmel fue un gran sociólogo y esta colección de sus trabajos le permite al lector una percepción del rango y profundidad de sus intereses.

     Goffman, E. (1984)

     The Presentation of Self in Everyday Life (Harmondsworth: Penguin; publicado originariamente en 1959). (La presentación de la persona en la vida cotidiana”, Buenos Aires Amorrortu, 1989). Este libro vendió muchos ejemplares, probablemente debido a la mirada de su autor sobre nuestras interacciones.

     Miller, T. y McHoul, A. (1998)

     Popular Culture and Everyday Life (London: Sage). Interesantes miradas sobre las prácticas cotidianas.
 

 

   CAPÍTULO 3

   Preguntas para reflexionar

  
    ¿De qué manera se vinculan comunidades e identidades sociales?

    ¿Qué piensa que quiso decir Raymond Williams con «lo sorprendente de la comunidad es que siempre ha sido»?

    ¿Difieren las sectas de las organizaciones? De ser así, ¿de qué manera?

    ¿Consideraría usted la posibilidad de exponer esas prácticas en organizaciones que usted considera no éticas? De ser así, ¿cuándo, por qué y bajo qué circunstancias?
 

   Lecturas sugeridas

  
     du Gay, P. (2000)

     In Praise of Bureaucracy Weber - Organization - Ethics (London: Sage). El autor argumenta que la burocracia puede tener un importante papel en una sociedad que busque un gobierno responsable.

     Gerth, H. y Mills, C. W. (eds.) (1970)
From Max Weber: Essays in Sociology (London: Routledge and Kegan, Paul) (Ensayos de sociología contemporánea) Max Weber, Barcelona: Martínez Roca, 1972). Como con nuestras sugerencias sobre Simmel y Mead, vale la pena a menudo regresar a los materiales originales para conocer mejor las ideas de los sociólogos líderes.

     Jenkins, R. (1996)

     Social Identity (London: Routledge). Un panorama muy útil de los puntos de vista sobre la identidad tanto de la sociología como de la antropología, combinados con los propios análisis e interpretaciones del autor.

     Lyon D. (2001)

     Surveillance Society: Monitoring Everyday Life (Buckingham: Open University Press). Cada vez más áreas de nuestras vidas están sujetas a vigilancia diaria y este estudio echa luz sobre cómo tiene lugar eso y discute sus implicancias.
 

 

   CAPÍTULO 4

   Preguntas para reflexional

  
    ¿Cuáles son las diferencias entre coerción y elección?

    ¿Qué significa decir que las personas son fines en sí mismas, en lugar de medios para los fines de otros?

    Las legitimaciones de la tradición desempeñan un papel importante en nuestras vidas. ¿Puede usted pensar en algunos ejemplos y en cómo se relacionan con nuestras acciones?

    ¿Existe algo así como los «universos de obligación»?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Bauman, Z. (1989)

     Modernity and the Holocaust (Cambridge, Mass.: Polity). (Modernidad y holocausto, Madrid: Sequitur, 1997). Un examen en profundidad de algunos de los temas considerados en este capítulo.

     Beauvoir, S. de (1994)

     The Ethics of Ambiguity (New York: Citadel; publicado originariamente en 1948) (Para una moral de la ambigüedad, Buenos Aires: Schapire, 1956). Un ensayo penetrante escrito por una figura señera del movimiento existencialista francés que examina las elecciones a que nos enfrentamos en situaciones de ambigüedad.

     Bellah, R. N., Madsen, R., Sullivan, W. M., Swidler, A. y Tipton, S. M. (1996)

     Habits of the Heart: Individualism and Commitment in American Life (edición actualizada; Berkeley, Calif.: University of California Press) (Hábitos del corazón, Madrid: Alianza, 1989). Un estudio que despertó un amplio debate acerca de los valores y formas de vida contemporáneos.

     Sennett, R. (1998)

     The Corrosion of Character: The Personal Consequences of Work in the New Capitalism (London: W. W. Norton) (La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, Barcelona: Editorial Anagrama, 2000). Este libro contempla los cambios políticos y económicos a partir de sus efectos sobre la confianza, la integridad y la pertenencia.
 

 

   CAPÍTULO 5

   Preguntas para reflexionar

  
    ¿Le resulta comprensible la idea de un don «puro» en una relación social?

    Jürgen Habermas escribió acerca de la «colonización» del universo vital por el dinero, el poder y la burocracia. ¿Cree usted que es esta una tendencia creciente en la sociedad contemporánea? De ser así, ¿qué efectos tiene sobre la vida diaria?

    ¿Existe una identidad fuera de la mercantilización?

    ¿La impersonalidad del intercambio se halla apuntalada por relaciones sociales tales como el vínculo emocional y la confianza? De ser así, ¿de qué maneras y qué significa esto para la idea de «intercambio»?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Beck, U. (1992)

     Risk Society Towards a New Modernity (Thousand Oaks, Calif.: Sage). (Sociología del Riesgo, Barcelona: Paidós, 1994). Ulrich Beck caracteriza la sociedad contemporánea en términos de su propensión a producir riesgos que tienen efectos sobre la conducta de nuestras vidas.

     Hochschild, A. E. (1983)

     The Managed Heart: Commercialization of Human Feeling (Berkeley, Calif.: University of California Press). El título dice lo suficiente acerca del contenido y el libro está escrito en un estilo atrapante.

     Jamieson, L. (1998)

     Intimacy: Personal Relationships in Modern Societies (Cambridge: Polity). ¿Es el deseo de intimidad una necesidad humana básica? ¿Hasta qué punto está modelado por las condiciones sociales y económicas? Estas son algunas de las principales cuestiones planteadas en este libro.

     Luhmann, N. (1998)

     Love As Passion. The Codification of Intimacy (Stanford, Calif.: Stanford University Press) (El amor como pasión: la codificación de la intimidad, Barcelona: Península, 1985). Un examen perspicaz del amor, la emoción y el vínculo en términos de su evolución a lo largo de la historia.
 

 

   CAPÍTULO 6
Preguntas para reflexionar

  
    Al buscar seguridad, ¿estamos buscando lo inalcanzable?

    ¿Cómo se relacionan las costumbres, las posturas corporales y los modales en la vida diaria?

    ¿De qué maneras se representan los cuerpos sociales en los medios de comunicación populares y por qué razones y utilizando qué medios?

    ¿Son las ideas de salud y aptitud física diferentes debido a la existencia o ausencia de una «norma» contra la cual puedan medirse?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Burkitt, I. (1999)

     Bodies of Thought: Embodiment, Identity and Modernity (Thousand Oaks, Calif.: Sage). Este libro plantea cuestiones vinculadas con la relación mente-cuerpo y llega a la conclusión de que tener un cuerpo y actuar y pensarnos como personas son asuntos inseparables.

     Delphy, C y Leonard, D. (1992)

     Familiar Exploitation A New Analysis of Marriage in Contemporary Western Society (Cambridge, Mass.: Polity). Un análisis comparativo de cómo la organización de la familia se relaciona con el trabajo, la producción y el consumo.

     Foucault, M. (1979)

     The History of Sexuality, Volume I. An Introduction, traducido por R. Hurley (Harmondsworth: Penguin). (Historia de la sexualidad, Tomo 1. La voluntad de saber, México: Siglo XXI, 1977). El primero de los estudios de Michel Foucault sobre sexualidad no sólo es accesible sino que requiere por par te del lector que examine lo que se considerarían comúnmente creencias sólidas desde una perspectiva muy diferente.

     Nettleton, S. (1995)

     The Sociology of Health and Illness (Cambridge, Mass.: Polity). Un panorama abarcador de las perspectivas de la sociología médica
 

 

   CAPÍTULO 7

   Preguntas para reflexionar

  
    Hablamos de tiempos de «hardware» y de «software». ¿Qué quisimos decir con eso y qué consecuencias tiene para los modos en que llevamos adelante nuestras vidas?

    ¿Están liberadas las comunicaciones de los límites que les ponen «la gente y los objetos materiales»?

    ¿Apunta el término «amenaza» a lo que está en nuestro vecindario pero cuya fuente real es más distante?

    ¿Cuáles son los vínculos entre las actividades de resolución de problemas y los límites?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Adam, B. (1995)

     Timewatch: The Social Analysis of Time (Cambridge: Polity). Una de las más destacadas teorías sociales del tiempo, Barbara Adam, examina los modos en que el tiempo informa nuestras vidas en una serie de áreas, por ejemplo, la salud y el trabajo.

     Bauman, Z. (2000)

     Liquid Modernity (Cambridge, Mass.: Polity). (Modernidad, líquida, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2003). Un examen de la fluidez de la vida, que se discutió aquí, en relación con asuntos tales como el trabajo, el tiempo y el espacio, la comunidad, la emancipación y la individualidad.

     Waters, M. (1995)

     Globalization (London and New York: Rutledge). Una buena mirada de conjunto sobre este concepto y sus implicancias en nuestras vidas.

     Williams, R. (1989)

     Culture (London: Fontana) (Cultura y sociedad, Buenos Aires: Nueva Visión, 2001). Raymond Williams dedica su atención a la idea de cultura y el por qué se ha vuelto tan importante para una comprensión de las relaciones sociales, así como a de qué manera se relaciona esto con su propia posición «cultural materialista».
 

 

   CAPÍTULO 8

   Preguntas para reflexionar

  
    ¿Es la naturaleza otra cosa que el material sobre el cual se modela la cultura?

    El control genético de los cultivos, ¿es un paso adelante en el proceso de controlar la naturaleza para propósitos humanos?

    ¿A qué se refieren los términos «xenofobia» y «heterofobia»? Dé dos ejemplos de cada una en la vida diaria

    ¿Cuáles son las diferencias entre ciudadanía, Estado, nación y nacionalismo, y cómo se vinculan entre sí?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Calhoun, C. (1997)
Nationalism (Buckingham and Minneapolis, Minn.: Open University Press and Minnesota Press). La importancia de las fronteras nacionales, los Estados, las identidades y el nacionalismo es evidente en los tiempos contemporáneos. Este libro examina estas instancias, cómo interactúan y los diferentes modos en que se las utiliza.

     Delanty, G. (2000)

     Citizenship in a Global Age (Buckingham: Open University Press). Definiendo el término «ciudadanía», el autor examina las implicancias de la desterritorialización y argumenta a favor de una forma «cosmopolita» de ciudadanía.

     Gilroy, P. (2000)

     Between Camps Nations, Cultures and the Allure of Race (London: Allen Lane, The Penguin Press). Un examen de la identidad, la etnicidad y la raza en los tiempos modernos y las cuestiones que plantean para vivir nuestras vidas con otros de mejor manera.

     Segal, L. (1999)

     Why Feminism? Gender, Psychology, Politics (Cambridge: Polity). Los escritos de Lynne Segal resuenan con temas contemporáneos y esta antología de artículos no es una excepción.
 

 

   CAPÍTULO 9

   Preguntas para reflexionar

  
    ¿De qué manera conforman y modelan su vida las nuevas tecnologías?

    ¿Es la publicidad simplemente un modo de transmitir información, o determina lo que compramos?

    ¿Se están convirtiendo los problemas públicos en males privados?

    ¿Hay una vida más allá del salir de compras?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Featherstone, M. (1991)

     Consumer Culture and Postmodernism (London: Sage). (Cultura de Consumo y Posmodernismo, Buenos Aires: Amorrortu, 2000). Una revisión de la idea según la cual podemos caracterizar a las sociedades modernas en términos de consumo, y a la vez una evaluación del autor sobre el orden global y sus implicancias para las prácticas culturales.

     Klein, N. (2000)

     No Logo (London: Flamingo) (No logo. El poder de las marcas, Buenos Aires: Paidós, 2000). Una reveladora serie de miradas sobre el poder que tienen las grandes corporaciones sobre nuestras vidas.

     MacKenzie, D. y Wajcman, J. (eds.) (1999)

     The Social Shaping of Technology, 2.a ed. (Buckingham: Open University Press). Una antología de artículos originales escritos por pensadores que reflexionan sobre las interacciones entre tecnología y relaciones humanas.

     Slevin, J. (2000)

     The Internet Society (Cambridge, Mass.: Polity). Un estudio detallado sobre el surgimiento de Internet y sus implicancias para la identidad y la organización de las relaciones sociales.
 

 

   CAPÍTULO 10

   Preguntas para reflexionar

  
    ¿Qué es lo que espera al estudiar sociología?

    ¿Cuáles son los asuntos que conformaron el desarrollo y la práctica de la sociología como disciplina?

    ¿De qué manera puede ayudarnos pensar sociológicamente para mejorar nuestra comprensión de nosotros mismos, los otros y las condiciones sociales en que vivimos?

    ¿Ninguna «forma de vida» es pura?
 

   Lecturas sugeridas

  
     Fraser, N. (1997)

     Justice Interruptus: Critical Reflections on the «Postsocialist» Condition (London: Routledge) (Justitia Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición «postsocialista», Bogotá, Siglo del Hombre Editores-Universidad de los Andes, 1997). Nancy Fraser tiene la habilidad de llegar al meollo de los argumentos y dejar planteados los modos en que podríamos encontrar soluciones constructivas a los problemas que se plantean. Esta serie de ensayos no es una excepción, y en ellos la autora argumenta algo que tan a menudo se olvida: que el reconocimiento va de la mano con la redistribución.

     May, T. (1996)

     Situating Social Theory (Buckingham: Open University Press). Este libro, haciendo base en la historia de la teoría social y las tradiciones del pensamiento social, ubica las escuelas de pensamiento contemporáneas y discute sus puntos fuertes y débiles.

     Williams, M. (2000)

     Science and Social Science. An Introduction (London and New York: Routledge). Una guía para los debates sobre ciencia y cómo estos se relacionan con la práctica de las ciencias sociales. El autor también considera las importantes cuestiones de los valores y las prácticas científicas.

     Young, J. (1999)

     The Exclusive Society: Social Exclusión, Crime and Difference in Late Modernity (Thousand Oaks, Calif.: Sage) (La sociedad «excluyente»; exclusión social, delito y diferencia en la modernidad tardía, Madrid: Marcial Pons, 2003). Este libro examina la transición desde la estabilidad al cambio y la división. Señalando que «no hay vuelta atrás», el autor considera las posibilidades para el futuro y, al hacerlo, utiliza la mirada sociológica de una manera no muy diferente de la que sugerimos en este capítulo final.

ZYGMUNT BAUMAN

(Poznan, Polonia, 1925) es un sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Miembro de una familia de judíos no practicantes, hubo de emigrar con su familia a Rusia cuando los nazis invadieron Polonia. En la contienda, Bauman se enroló en el ejército polaco, controlado por los soviéticos, cumpliendo funciones de instructor político. Participó en las batallas de Kolberg y en algunas operaciones militares en Berlín. En mayo de 1945 le fue otorgada la Cruz Militar al Valor. De 1945 a 1953 desempeñó funciones similares combatiendo a los insurgentes nacionalistas de Ucrania, y como colaborador para la inteligencia militar.

Durante sus años de servicio comenzó a estudiar sociología en la Universidad de Varsovia, carrera que hubo de cambiar por la de filosofía, debido a que los estudios de sociología fueron suprimidos por «burgueses». En 1953, habiendo llegado al grado militar de mayor, fue expulsado del cuerpo militar con deshonor, a causa de que su padre se había presentado en la embajada de Israel para pedir visa de emigrante.

En 1954 finalizó la carrera e ingresó como profesor en la Universidad de Varsovia, en la que permanecería hasta 1968. En una estancia de estudios en la prestigiosa London School of Economics, preparó un relevante estudio sobre el movimiento socialista inglés que fue publicado en Polonia en 1959, y luego apareció editado en inglés en 1972. Entre sus obras posteriores destaca Sociología para la vida cotidiana (1964), que resultó muy popular en Polonia y formaría luego la estructura principal de Pensando sociológicamente (1990).

Fiel en sus inicios a la doctrina marxista, con el tiempo fue modificando su pensamiento, cada vez más crítico con el proceder del gobierno polaco. Por razones políticas se le vedó el acceso a una plaza regular de profesor, y cuando su mentor Julian Hochfeld fue nombrado por la UNESCO en París, Bauman se hizo cargo de su puesto sin reconocimiento oficial. Debido a fuertes presiones políticas en aumento, Bauman renunció en enero de 1968 al partido, y en marzo fue obligado a renunciar a su nacionalidad y a emigrar.

Ejerció la docencia primero en la Universidad de Tel Aviv y luego en la de Leeds, con el cargo de jefe de departamento. Desde entonces Bauman escribió y publicó solamente en inglés, su tercer idioma, y su reputación en el campo de la sociología creció exponencialmente a medida que iba dando a conocer sus trabajos. En 1992 recibió el premio Amalfi de Sociología y Ciencias Sociales, y en 1998 el premio Theodor W. Adorno otorgado por la ciudad de Frankfurt.

La obra de Bauman comprende 57 libros y más de 100 ensayos. Desde su primer trabajo acerca de el movimiento obrero inglés, los movimientos sociales y sus conflictos han mantenido su interés, si bien su abanico de intereses es mucho más amplio. Muy influido por Gramsci, nunca ha llegado a renegar completamente de los postulados marxistas. Sus obras de finales de los 80 y principios de los 90 analizan las relaciones entre la modernidad, la burocracia, la racionalidad imperante y la exclusión social. Siguiendo a Sigmund Freud, concibe la modernidad europea como el producto de una transacción entre la cesión de libertades y la comodidad para disfrutar de un nivel de beneficios y de seguridad.

Según Bauman, la modernidad en su forma más consolidada requiere la abolición de interrogantes e incertidumbres. Necesita de un control sobre la naturaleza, de una jerarquía burocrática y de más reglas y regulaciones para hacer aparecer los aspectos caóticos de la vida humana como organizados y familiares. Sin embargo, estos esfuerzos no terminan de lograr el efecto deseado, y cuando la vida parece que comienza a circular por carriles predeterminados, habrá siempre algún grupo social que no encaje en los planes previstos y que no pueda ser controlado.

Bauman acudía al personaje de la novela El extranjero de Albert Camus para ejemplificarlo. Abrevando en la sociología de Georg Simmel y en Jacques Derrida, Bauman describió al «extranjero» como aquel que está presente pero que no nos es familiar, y que por ello es socialmente impredecible. En Modernidad y ambivalencia, Bauman describe cómo la sociedad es ambivalente con estos elementos extraños en su seno, ya que por un lado los acoge y admite cierto grado de extrañeza, de diferencia en los modos y pautas de comportamiento, pero por dentro subyace el temor a los personajes marginales, no totalmente adaptados, que viven al margen de las normas comunes.

En su obra más conocida, Modernidad y holocausto, sostiene que el holocausto no debe ser considerado como un hecho aislado en la historia del pueblo judío, sino que debería verse como precursor de los intentos de la modernidad de generar el orden imperante. La racionalidad como procedimiento, la división del trabajo en tareas más diminutas y especializadas, la tendencia a considerar la obediencia a las reglas como moral e intrínsecamente bueno, tuvieron en el holocausto su grado de incidencia para que este pudiera llevarse a cabo. Los judíos se convirtieron en los «extranjeros» por excelencia, y Bauman, al igual que el filósofo Giorgio Agamben, afirma que los procesos de exclusión y de descalificación de lo no catalogable y controlable siguen aún vigentes.

Al miedo difuso, indeterminado, que no tiene en la realidad un referente determinado, lo denominó «Miedo líquido». Tal miedo es omnipresente en la «Modernidad líquida» actual, donde las incertidumbres cruciales subyacen en las motivaciones del consumismo. Las instituciones y organismos sociales no tienen tiempo de solidificarse, no pueden ser fuentes de referencia para las acciones humanas y para planificar a largo plazo. Los individuos se ven por ello llevados a realizar proyectos inmediatos, a corto plazo, dando lugar a episodios donde los conceptos de carrera o de progreso puedan ser adecuadamente aplicados, siempre dispuestos a cambiar de estrategias y a olvidar compromisos y lealtades en pos de oportunidades fugaces.
 

  

  
TIM MAY

Es Director del Centre for Sustainable Urban and Regional Futures (Centro para Futuros regionales, urbano sostenible s) un centro de investigación interdisciplinario de la Universidad de Salford. Después de una carrera como ingeniero en el sector agrícola, su primer título de grado fue de la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres y luego pasó a estudiar en Métodos de Investigación Social de la Universidad de Surrey (1986) y en la Universidad de Plymouth (1990). Fue designado para una cátedra en Plymouth (1989-1995); Luego se trasladó a la Universidad de Durham (1995-1999) y fue designado como Presidente en Salford en agosto de 1999. Tim trabajó en muchas organizaciones (universidades, Gobierno Local, agencias de desarrollo regional, oficinas gubernamentales, de libertad vigilada, salud, prisiones y sus sectores de ingeniería Servicios Sociales y la planificación) y ha ocupado becas de investigación de: Consejos de investigación del Reino Unido (ESRC; EPSRC; AHRC); Ayuntamientos, el NHS y Mistra (Fundación de Investigación del Medio Ambiente de Suecia); sector privado; Agencias de Desarrollo Regional; universidades.

Tim ha trabajado para las universidades asesorándoles en cuestiones intelectuales, organizacionales y estratégicos. Desde el año 2000, SURF ha generado ingresos externos de 6,5 millones de libras. Tim ha escrito y editado catorce libros que han sido traducidos a quince idiomas, además de más de ciento ochenta artículos, capítulos de libros e informes de investigación y ocho ediciones especiales de revistas. Esto cubre; intermediación activa en el intercambio de conocimientos y los métodos de la investigación; pensar sociológicamente; filosofía de la ciencia y las ciencias sociales; la gestión y el cambio organizacional; el desarrollo de políticas y el aprendizaje; universidades y el desarrollo socioeconómico; la política científica; la política y la representación regional y la teoría social.

Tim fue editor de los libros de la serie internacional, «Issues in Society» (Problemas de la Sociedad) (Open University Press / McGraw-Hill) en la que diecisiete libros se publicaron entre 1998-2010. El trabajo de Tim se centra en cuestiones relativas a los conocimientos, la gobernabilidad y la formulación de políticas, así procesos de intercambio de conocimiento como eficaces para la interacción universidad-ciudad. Actualmente se está llevando a cabo un trabajo comparativo internacional sobre la producción y recepción del conocimiento urbano para un futuro sostenible y escribe tres libros sobre la reflexividad, las ciudades y el conocimiento y el pensamiento sociológico, así como artículos sobre el desarrollo del conocimiento y la metodología.

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