lunes, 1 de julio de 2019

¿Sociología posclásica o declive de la sociología? - Michel Wieviorka



 RESUMEN

La sociología clásica alcanzó su apogeo con el funcionalismo parsoniano; luego se des-es­tructuró hasta desintegrarse. Los debates sobre la posmodernidad (a los que siguieron los de la globalización) constituyen etapas decisivas de esta descomposición, donde surge un fenómeno de primera importancia: el regreso al sujeto, un concepto susceptible de devolver un sentido al proyecto sociológico. En efecto, la hipótesis del sujeto aporta una perspectiva renovada que se interesa por el sujeto corporal, las condiciones de aggiornamento de las instituciones, los movimientos sociales e, incluso, por comprender la violencia y las condi­ciones definidas por la opresión, el rechazo y la dificultad de los individuos para construir su existencia, así como para producir sus propias decisiones. La hipótesis del sujeto permi­te reflexionar también sobre el futuro de la sociología y el eventual lugar del compromiso del sociólogo en la sociedad, con frecuencia dividido entre, por un lado, el rol de experto, absorbido por la práctica profesional y, por el otro, las posiciones hipercríticas.

LA SOCIOLOGÍA CLÁSICA QUEDÓ ATRÁS.

Su apogeo data de los años cincuenta, el momento en que el funcionalismo triunfa. La am­biciosa tentativa para articular los pensamientos de los autores clá­sicos de la disciplina (comenzando por Max Weber, Emilio Durkhe­im y Wilfrido Pareto, así como el economista Alfred Marshall) en el orgulloso dispositivo teórico elaborado por Talcott Parsons desde fi­nales de la década de los treinta, con su libro The Structure of Social Action, ha constituido el máximo de integración que jamás haya conocido la sociología. Su tesis de la convergencia lo ha convertido en el teórico de la unidad intelectual de las grandes corrientes del pensamiento social; la encarnación de una síntesis de la cual sus predecesores no habrían podido tener conciencia. Aunque esta obra se ha revelado como una suerte de gigante con pies de barro y, des­de los años sesenta ha entrado en un proceso de descomposición. Desde afuera de la sociología, por movimientos sociales que vienen desmintiendo en cierta forma su validez (incluso en Estados Unidos), pero también desde adentro, con el incremento de las corrientes que, buscando renovar las aproximaciones de la disciplina, han traduci­do la descomposición y el fracaso de la síntesis parsoniana.

De principio, concebir el momento parsoniano como el apogeo de la sociología clásica sugiere que desde mediados del siglo xx una crisis cada vez más profunda la ha afectado, enfrentándola a ten­dencias centrífugas que la orientan a su desintegración. Ello también introduce una interrogación fundamental sobre el futuro de la so­ciología: ¿Acaso se encuentra condenada a des-estructurarse hasta perder toda importancia en la vida intelectual?; ¿no se encuentra más bien en medio de un tránsito, de un llamado a transformarse, operando su propia mutación para entrar en una era posclásica, asegurándose así un lugar respetable en la reflexión del pensa­miento social? La perspectiva de una larga desarticulación, de un aggiornamento, que está lejos de ser acabado, ¿implica el abandono puro y simple de los grandes paradigmas de nuestra disciplina?; ¿no apela lo anterior, por el contrario, a que reflexionemos asimis­mo sobre las continuidades que podrían tornar el uso de la palabra “sociología” en algo legítimo y sostenible?

Sociológica, año 24, número 70, mayo-agosto de 2009, pp. 227-262

DESCARGAR EL ARTÍCULO COMPLETO AQUÍ:


No hay comentarios:

Publicar un comentario