RESUMEN
La sociología
clásica alcanzó su apogeo con el funcionalismo parsoniano; luego se des-estructuró
hasta desintegrarse. Los debates sobre la posmodernidad (a los que siguieron
los de la globalización) constituyen etapas decisivas de esta descomposición,
donde surge un fenómeno de primera importancia: el regreso al sujeto, un
concepto susceptible de devolver un sentido al proyecto sociológico. En efecto,
la hipótesis del sujeto aporta una perspectiva renovada que se interesa por el
sujeto corporal, las condiciones de aggiornamento de las instituciones, los
movimientos sociales e, incluso, por comprender la violencia y las condiciones
definidas por la opresión, el rechazo y la dificultad de los individuos para
construir su existencia, así como para producir sus propias decisiones. La
hipótesis del sujeto permite reflexionar también sobre el futuro de la
sociología y el eventual lugar del compromiso del sociólogo en la sociedad, con
frecuencia dividido entre, por un lado, el rol de experto, absorbido por la
práctica profesional y, por el otro, las posiciones hipercríticas.
LA SOCIOLOGÍA CLÁSICA QUEDÓ ATRÁS.
Su apogeo data de los años cincuenta, el momento en
que el funcionalismo triunfa. La ambiciosa tentativa para articular los
pensamientos de los autores clásicos de la disciplina (comenzando por Max
Weber, Emilio Durkheim y Wilfrido Pareto, así como el economista Alfred
Marshall) en el orgulloso dispositivo teórico elaborado por Talcott Parsons
desde finales de la década de los treinta, con su libro The Structure of
Social Action, ha constituido el máximo de integración que jamás haya conocido
la sociología. Su tesis de la convergencia lo ha convertido en el teórico de la
unidad intelectual de las grandes corrientes del pensamiento social; la
encarnación de una síntesis de la cual sus predecesores no habrían podido tener
conciencia. Aunque esta obra se ha revelado como una suerte de gigante con pies
de barro y, desde los años sesenta ha entrado en un proceso de descomposición.
Desde afuera de la sociología, por movimientos sociales que vienen desmintiendo
en cierta forma su validez (incluso en Estados Unidos), pero también desde
adentro, con el incremento de las corrientes que, buscando renovar las
aproximaciones de la disciplina, han traducido la descomposición y el fracaso
de la síntesis parsoniana.
De
principio, concebir el momento parsoniano como el apogeo de la sociología
clásica sugiere que desde mediados del siglo xx una crisis cada vez más
profunda la ha afectado, enfrentándola a tendencias centrífugas que la
orientan a su desintegración. Ello también introduce una interrogación
fundamental sobre el futuro de la sociología: ¿Acaso se encuentra condenada a
des-estructurarse hasta perder toda importancia en la vida intelectual?; ¿no se
encuentra más bien en medio de un tránsito, de un llamado a transformarse,
operando su propia mutación para entrar en una era posclásica, asegurándose así
un lugar respetable en la reflexión del pensamiento social? La perspectiva de
una larga desarticulación, de un aggiornamento, que está lejos de ser acabado,
¿implica el abandono puro y simple de los grandes paradigmas de nuestra
disciplina?; ¿no apela lo anterior, por el contrario, a que reflexionemos
asimismo sobre las continuidades que podrían tornar el uso de la palabra
“sociología” en algo legítimo y sostenible?
Sociológica,
año 24, número 70, mayo-agosto de 2009, pp. 227-262
DESCARGAR EL ARTÍCULO COMPLETO AQUÍ:
No hay comentarios:
Publicar un comentario